Archive for agosto, 2017

Justo

Mi mágico León: paisaje de verano en tierras de El Bierzo.

Caminando por la vida

Paseando por la vida encontramos flores, y olores, mariposas que adornan los caminos y rayos de sol que acaloran e iluminan.

Caminando por senderos tranquilos, se ríe, se llora, se gana, se pierde… y a ratos truena, llueve, quema el cielo, abrasa el suelo, frío, calor,… y a veces, todo a la vez.

Nunca dejaré de maravillarme al descubrir los pequeños retales de vida que salpican los campos, amarillos, verdes, marrones y hasta blancos, y en ocasiones, a la vista está lo que nadie ve… porque nadie observa lo que a la vista está…

Nunca dejaré de sorprenderme ante las subidas y bajadas que dan forma a los paisajes, ante panorámicas inalcanzables que asustan, imposibles de superar… e igual… va a resultar que eso, también es, tan solo, una opinión.

En algún momento del camino apareciste tú, y no te vi… probablemente te vi, pero no miré en lo que estaba a la vista, y así, pasaron desapercibidas las sensaciones.

Caminé, lento, muy lento, porque el tiempo transcurría en los segundos, pero la noche, llena de lucecitas allá arriba y de sombras aquí abajo, a ratos parecía eterna.

Cuánto hemos pasado, cariño mío… en la distancia de dos almas condenadas a mirarse, bendita condena.

Qué fácil es sentir lo que es justo cuando vuelves a respirar la paz de una sonrisa, las caricias de unas manos entrelazadas y la serenidad tranquila de ese beso que dice más que mil palabras en mil idiomas.

Es fácil saber lo que es justo, cuando se conoce en profundidad la injusticia.

Justo… como ser honesto, como ser valiente y atreverse…

Atreverse a luchar, atreverse a caminar, por la desconocida Cabrera, a coger al toro por los cuernos y torear, ¿eh, querido Miura? Pero sin hacer daño, capeando el temporal en busca del paraíso.

De algún libro sagrado escuché alguna vez: -«nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos»-… y se me ocurre pensar…

Dar la vida… compartiendo, poniéndole fuerza y garra, y ganas, muchas ganas, para coger de la mano a ese pequeñín que nunca te la soltará, y seguir caminando, descubriendo los diamantes escondidos en el carbón… aunque  esté llena de misterio, y el mayor tesoro lo encontraras cuando miraste donde ya habías visto.

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