Una carcajada a media mañana, y esa ocurrencia que a nadie se le ocurre, a nadie menos a ese caballero de sonrisa amable y mirada sencilla que piensa cosas que pocos piensan, y así hace: marca la diferencia casi sin darse cuenta.
Una carcajada de buena mañana, y esa alegría que se respira cuando se escucha su paso decidido acercarse, y de pronto suena un «¡buenos días!», a su manera, de otra forma, con menos letras, más breve, más honesto, en otro idioma, con otro lenguaje, porque no es mera formalidad, es el deseo franco y sincero de que sea un buen día para todos: para ti, para mí, para él, para ella,… Para nosotros, que nos entendemos con poco más de una mirada.
Una carcajada a primera hora, nada más empezar el día, y un café poco después, y a reír, ¡qué son dos días!
Y entre bobada y bobada pasan mejor las cosas serias, y las tristezas y preocupaciones, que se esconden para que nadie las descubra… A menos que entre tanto nadie haya algún alguien que vea cosas que los demás no ven…
Cierro los ojos, abro las ganas y… ¡huele a verano! A sol y calor, a sombras, helados, a paseos a la vera de los lagos, y los ríos, los arroyos, los mares,…
Cierro los ojos y huele a charlas tranquilas al abrigo de un granizado, a sensaciones nuevas que aparecen donde no las buscabas, a nuevas caritas que querer, a grandes amores que respetar, a tranquilidades que recuperar y a sosiegos que conquistar.
Y entre madrugón y madrugón, aparece el astro rey sin excusa ni miramiento, reinando en la era de las pieles expuestas y los cotilleos que forjan grandes cariños…
Entre madrugón y madrugón, se descubren bellas personas, se aprecian nuevos amaneceres, y las soledades se disipan entre letra y letra, entre caricias que se esconden en lo que no se dice, porque no hace falta decirlo si un abrazo lo transmite todo, aunque sea a medias.
Una carcajada cuando menos lo esperas, y la confianza aparece no sabes por dónde, pero de repente ¡ahí está! Llegó para quedarse: como el verano.
Te dedico los rayos de sol acariciando el descanso de mente, alma y corazón; los chapuzones en el agua fresca; los días nuevos que han de llegar, que seguro, como siempre deseas, buenos serán…
Te deseo que siempre te brille esa chispa que tanto te hace querer, y muchos paseos por los campos y los senderos que los rodean…
Te deseo amaneceres llenos de sueño y de sueños que cumplir, porque eso querrá decir que dormiste, y dormiste bien… Tardes de niños y juventud, de buen humor y una pizca de fantasía, no te olvides de la fantasía, de la fe y de la esperanza, de lanzarte al vacío con la confianza de que algo mejor viene por ahí…
No te olvides de la magia, porque para atreverse a creer también hay que ser valiente… aunque te choque… los sueños también se cumplen, y los vestidos blancos a la luz del verano, destilan ilusiones y compromisos que no se van…
Te deseo amor y felicidad, y la sensación de descubrir que, al final del día, el cielo se viste de colores, las nubes se cuartean, y se dibujan nuevos paisajes en el lienzo azul del firmamento…
Porque aquí, allí, en tierras de Jamuz, todavía hay muchachas que sueñan, y atardeceres que enamoran al más incrédulo…
Aquí, allí, en tierras de Jamuz… ¿dónde? En Herreros, querido mío, ¿dónde si no?