Archive for El Páramo

Carcajadas

Mi mágico León: atardece en Herreros de Jamuz, León. Mi mágico León

Risas silenciosas en el cielo

Una carcajada a media mañana, y esa ocurrencia que a nadie se le ocurre, a nadie menos a ese caballero de sonrisa amable y mirada sencilla que piensa cosas que pocos piensan, y así hace: marca la diferencia casi sin darse cuenta.

Una carcajada de buena mañana, y esa alegría que se respira cuando se escucha su paso decidido acercarse, y de pronto suena un «¡buenos días!», a su manera, de otra forma, con menos letras, más breve, más honesto, en otro idioma, con otro lenguaje, porque no es mera formalidad, es el deseo franco y sincero de que sea un buen día para todos: para ti, para mí, para él, para ella,… Para nosotros, que nos entendemos con poco más de una mirada.

Una carcajada a primera hora, nada más empezar el día, y un café poco después, y a reír, ¡qué son dos días!

Y entre bobada y bobada pasan mejor las cosas serias, y las tristezas y preocupaciones, que se esconden para que nadie las descubra… A menos que entre tanto nadie haya algún alguien que vea cosas que los demás no ven…

Cierro los ojos, abro las ganas y… ¡huele a verano! A sol y calor, a sombras, helados, a paseos a la vera de los lagos, y los ríos, los arroyos, los mares,…

Cierro los ojos y huele a charlas tranquilas al abrigo de un granizado, a sensaciones nuevas que aparecen donde no las buscabas, a nuevas caritas que querer, a grandes amores que respetar, a tranquilidades que recuperar y a sosiegos que conquistar.

Y entre madrugón y madrugón, aparece el astro rey sin excusa ni miramiento, reinando en la era de las pieles expuestas y los cotilleos que forjan grandes cariños…

Entre madrugón y madrugón, se descubren bellas personas, se aprecian nuevos amaneceres, y las soledades se disipan entre letra y letra, entre caricias que se esconden en lo que no se dice, porque no hace falta decirlo si un abrazo lo transmite todo, aunque sea a medias.

Una carcajada cuando menos lo esperas, y la confianza aparece no sabes por dónde, pero de repente ¡ahí está! Llegó para quedarse: como el verano.

Te dedico los rayos de sol acariciando el descanso de mente, alma y corazón; los chapuzones en el agua fresca; los días nuevos que han de llegar, que seguro, como siempre deseas, buenos serán…

Te deseo que siempre te brille esa chispa que tanto te hace querer, y muchos paseos por los campos y los senderos que los rodean…

Te deseo amaneceres llenos de sueño y de sueños que cumplir, porque eso querrá decir que dormiste, y dormiste bien… Tardes de niños y juventud, de buen humor y una pizca de fantasía, no te olvides de la fantasía, de la fe y de la esperanza, de lanzarte al vacío con la confianza de que algo mejor viene por ahí…

No te olvides de la magia, porque para atreverse a creer también hay que ser valiente… aunque te choque… los sueños también se cumplen, y los vestidos blancos a la luz del verano, destilan ilusiones y compromisos que no se van…

Te deseo amor y felicidad, y la sensación de descubrir que, al final del día, el cielo se viste de colores, las nubes se cuartean, y se dibujan nuevos paisajes en el lienzo azul del firmamento…

Porque aquí, allí, en tierras de Jamuz, todavía hay muchachas que sueñan, y atardeceres que enamoran al más incrédulo…

Aquí, allí, en tierras de Jamuz… ¿dónde? En Herreros, querido mío, ¿dónde si no?

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Verano

Mi mágico León: amapolas en Villaestrigo. El Páramo. León.

Besos florales

Verano, me gusta el verano: con sus calores durante el día y sus frescuras al final de la tarde, cuando se acerca la noche, cuando llega la noche, cuando despunta la madruga y se funde en el candor de un nuevo amanecer.

Verano, me gusta el verano, y esas canciones que hablan de bicicletas, amores, lugares lejanos y sensualidades, y es que… huelen a risas y reencuentros, a nuevos comienzos y oportunidades…

Dicen que la primavera, la sangre altera… con razón… llega el verano y unos y otros llegamos con la sangre alterada, y aunque a ratos te enfadas, te entristeces, te cansas y desencantas, luego, miras por la ventana, y a fuera está Lorenzo brillando con toda las ganas, y piensas… ¡qué calor! ¡qué ganas tenía de decir eso! ¡qué calor!

Y ahora toca lo que toca: chapuzones en el agua fresca, paseos al anochecer, noches estrelladas bajo las que tumbarse para divisar los presentes del mañana, amapolas salpicando campos dorados, besos por aquí, besos por allí… abuelos, tíos, primos… abuelas, tías, primas… y aventuras arriba y abajo, jugar a pi, a cuba libre, a… polis y cacos… ¿a qué jugamos?

No sé tú, pero yo, entre beso y beso, entre espiga y espiga, voy a jugar a encontrar novelas escondidas en las amapolas de Mi mágico León, ¿empezamos por Villaestrigo?

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A veces presta

Mi mágico León: paseo por tierras de la Bañeza. León

Invisible a los ojos

«¿Caminar solo? A veces, presta», ¿verdad? Sí, presta, Fernando, claro que presta, porque es el momento en el que te reúnes contigo mismo, con tus pensamientos y tus amores, con la quietud del campo en movimiento, con los miedos y los abrazos sanadores de quienes nunca se irán…

Caminar solo, ¿acaso se puede caminar solo? sin compañía aparente… tal vez, pero solo…

Recuerdo… tantas palabras… recuerdo mucho más…

Un día, hace ya algún tiempo, comenzó la aventura mágica de dar forma a un arco iris lleno de sentimientos que uniera pasado y presente, memoria y olvido, cariños, intensidades, sabores de la niñez, de la juventud, olores a vida y momentos, comenzó la aventura de construir un puente sobre el que caminar sin miedo a separaciones definitivas, sin miedo a rencores y odios infundados… y con el pequeño destello de la llama que enciende una cerilla, comenzó a brillar el sendero hacia un mundo mágico del que nunca se van los buenos, los que se alojan en las estrellas, para guiar el camino de los que creemos que, el amor mueve mares y montañas, cielos y tierras, y une las almas más allá de los cuerpos…

Continuas caminando, «cuesta abajo y cruzas el arroyo que ya viene seco«, decía Sergio, le haremos caso, ¿verdad Fernando?, y es que «no vas solo, vas con tus pensamientos», te dijo Carmen, con tus pensamientos y con los míos, querido guardaespaldas, con mis cosas en tu mente, con mis asuntos que también son tuyos, como no puede ser menos cuando dos personas se aprecian de verdad.

«Tú sí que sabes», dijo Tomás, y sí, sabes mucho, del pasado y del presente, de paciencia y buenas maneras, de leyes y de bromas, de piropos justo a tiempo, de miradas limpias y palabras tranquilizadoras, y sobre todo, sabes de almas que nunca deben cambiar, y de silencios llenos de acciones con las que calmar las ansiedades.

Nos queda pendiente un paseo por el campo, en el que disfrutar de tu compañía, y del sonido calmado de tu voz serena contando las bondades de las plantas que encontremos, y entre romeros y oréganos, entre tomillos y espinos, aprender de tu sabiduría cariñosa. Y tal vez, al volver a La Bañeza, escuches a José María decir: -« Y no recojas tanto tomillo… Jajaja… Que luego Emi se enfada… Jajaja…»-

¿Presta caminar solo? «Presta y mucho…aunque sea muy de vez en cuando», dirá Fini, y ¿sabes qué? cuando eso pase, te miraré directo a los ojos, y sonriendo, como siempre, te diré: -«Pues te fastidias, porque no vas solo»-, y J.C, y yo, y otros muchos, verdad, pero J.C. y yo, vamos a requerir tu compañía en cada paseo, por la mágica tierra leonesa. 

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En algún lugar

Mi mágico León: Laguna de Chozas de Arriba. León.

Sueños silenciosos

En algún lugar del Páramo, escondida en llanuras de verdores y amarillos, divisando la silueta lejana de las montañas, está la laguna de los sueños…

Cae la tarde, y con ella, el astro rey encandila un cielo hechizado por la magia del amor, ese que llena los corazones de caricias en manos entrelazadas, y llega la noche tímidamente, silenciosa, anunciada por los pequeños grillos que afinan sus instrumentos, y brillan las estrellas, como si ésta fuera a ser la última noche, la primera noche,…

En esta melodía dibuja el tiempo su sonrisa tranquila, como en la misma noche que está por venir, cuando la oscuridad dejará lucir las alegrías del mañana, y la luz del nuevo amanecer aparecerá de puntillas, enamorando los silencios que velan el sueño de los que anhelan besos, y los encuentran allá donde los sueños se hacen realidad.

En algún lugar del Páramo, ya se intuyen los aromas del Órbigo, y las calles largas conducen a la plaza, a la fuente, y aparece Chozas de Arriba, que guarda, celoso, el tesoro de sus aguas serenas, y los sauces y mimbreras contemplan cómo la vida hace morada en ellas, así, así es el Estanque, vestido de aves de colores, de aquí y allá.

Despierta, estoy despierta, la piel se eriza, el alma se estremece, se siente la paz tierna del cariño, y pienso…

Pienso que en algún lugar del Páramo, escondida en un mundo de ninfas, hadas y duendes, escondida en un mundo de fantasía y realidad, está la Laguna de Chozas, sus silencios, sus secretos, y la sensación maravillosa de quien tiene un tesoro.

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Momentos

Mi mágico León: Luna en el Páramo. Turismo de estrellas. León

La luz de los sueños

Hay momentos en la vida en los que te parece poder volar y encontrarte en otro sitio, aunque estés en una noche tranquila, escuchando el rumor sordo de una ciudad que, a lo lejos, parece no existir.

Hay momentos en la vida en los que recuerdas besos y caricias, y te da por pensar en aquella noche en que la oscuridad era cómplice silenciosa, y la luna iluminaba todo menos la silueta de aquellos labios que compartían tanta humedad.

En la vida hay momentos, y en noches como esta me gusta saber que hay miradas que se clavan en el alma, y se quedan allí, guardadas donde nadie las puede marchitar…

Y quisiera disfrutar del cielo de tus ojos con las sonrisas de los míos, y dibujar mil estrellas en tu espalda, una noche como esta, sin hielo, sin frío, con el firmamento cargado de luces pequeñas que, en la negritud permanecen tranquilas, amables, dulces,… como mis dedos entrelazados con este sueño de verano.

Momentos como el sonido acompasado de los grillos cantando a la luna, como la belleza hipnótica de la dama blanca de los cielos, como tu mirada en la mía, como nuestros ojos cerrados, como ese cariño que no habla, solo se deja sentir en cada poro de la piel… cuando el Páramo duerme y la reina de la noche vela su sueño.

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