Si pudiera conservar en el cajón de los buenos momentos, los paisajes y las flores, lo haría, pero prefiero dejarlos libres para que puedan volar, si así lo quieren, y olvidar que, de alguna manera, están anclados a tierra; de alguna manera solo, porque no todo lo que se ve es lo que es, y mucho menos lo que no se ve, se convierte por eso en menos real…
Antes de cerrar los ojos ya estoy sonriendo, aunque fuera hace frío, y a ratos viento, pero sale el sol y luego se esconde, y aparecen las estrellas disfrazando los sueños de realidades… ¿será que son la semilla que engendra el mañana?
Antes de cerrar los ojos ya estoy sonriendo, porque sigo siendo la misma loca, como dice la canción, pero esta vez, que entre sus sueños se perdía…
Respiro profundo y…. mmm… huele a ternura y cosas bonitas, a montañas impregnadas de aire limpio, a secretos entre risas, a libertad y juventud… la que se queda en el alma, la que no se pasa con los años… sabes de qué hablo, ¿verdad?
Y soy feliz… como Prioro entre montañas, o Taradell en una Plana… como aquel que no tiene miedo a los retos o huracanes, porque entre el respeto y la picardía, juega a alcanzar imposibles, y a ratos, los torna posibles… quién sabe, ¿será cosa de valientes?
Yo creo que sí…
El mar y la belleza profunda de sus aguas frías y vivas… y ese sol entre montañas, al oeste, lejos del agua que lo vio nacer allá por el Mediterráneo, acariciando dulcemente las siluetas de aquellos picos, de aquellos montes, de aquella magia hecha paisaje, añoranza, fuerza y coraje, en la mirada, en el corazón del que cree que todo es posible…
Hasta los imposibles.
Antes de cerrar los ojos ya estoy sonriendo, y luego los cierro, y sigo sonriendo.
Porque las penas, con una sonrisa, son menos penas, y las lágrimas son más bellas si van acompañadas de risas.
Te deseo un mundo lleno de cosas bonitas, como tus paisajes, León, un mundo lleno de diversidades y tolerancias, un mundo… ¡tan intenso como el color del infinito dibujado en las miradas!