Archive for En la Montaña Oriental Leonesa

Entre peñas y robles

Mi mágico León: cerradura de la casa del abuelo en Robledo de la Guzpeña. Montaña oriental Leonesa. Peñacorada. León.
Esperando pacientemente

Un cielo limpio, lleno de sonidos alegres, decorando la escarpada cumbre de Peñacorada, donde se escapa el tomillo de los ovinos, acercándose a las desnudas alturas.

El monte poblado de robledal, de hayedo y castañal, y la tranquilidad gobernando entre las peñas mientras la voz del recuerdo recorre los recovecos de la memoria y los muros de piedra gris resuenan el eco de las risas de un pasado muy presente, entre broma y broma, entre primos y suegra, abuelos, amigos y amores, el amor de una muchacha de mirada franca y sonrisa amable, el amor de una pequeña durmiendo en la alcoba de sus padres.

El monte poblado de encinar, alcornocal y quejigar, y las casas, orgullosas y señoriales, con la maestría del orgullo por cuidar de lo que es suyo, de las familias que allí se formaron, de los calores que allí anidaron, del frío que no puede con ellas.

Maravilloso, es maravilloso descubrir la bella dama de la Fe construida en piedra, pequeña, excelsa, impresionantemente bella, rodeada de quietud, vestida con sus dos campanas, ornamentada con su precioso arco dando paso a otra sensación.

Es… extraño, ¿cómo explicarlo? Mirar la puerta de la iglesia y notar… ¿emociones? Es como si… como si se escuchara el murmullo de las gentes saliendo de misa, musitando el rosario, celebrando una boda, un bautizo.

Es… extraño, porque justo al lado, aparece un arco desnudo, acompañando la silueta del edificio y es… tan bonito… porque no hay nadie y, a la vez… hay mucha gente.

La sonrisa dibujada en la cara y la paz acompañando nuestro caminar y… no estamos solos, está ella, siempre está. Acompañando a su amor de ojos azules, cuidando de él, riñéndole a ratos, cuando se apasiona con el brebaje de Baco, queriéndole siempre con tanto amor entregado con los años.

Un pueblín, y una casa de piedra firme, con su bodega y su huertín a la entrada de casa.

Un pueblín, y una herencia ancestral que recibir; y en el medio, entre el corazón y la cabeza, entre el ruido de los papeles hechos burocracia y el sentimiento a flor de piel, un caballero de buen corazón y alma rural, de sangre de ribera y enamorado de aquel trocito de montaña, aquel trocito, gobernado, por Robledo de la Guzpeña.

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Esencia

Invierno en Prioro. León. Montaña oriental leonesa.

Paseando por el tiempo

El aire fresco recorriendo la alturas, mientras los colores de la primera parecen acercarse, y no hay rastro de nieve, aunque nunca se sabe, que todavía está por llegar el mes de marzo, y abril… y de pronto el tiempo sorprende, se rebela, y cambia el orden de las cosas.

Paseando por los senderos ya descritos, encontré una realidad diferente, con el cielo azul limpio, muy limpio, con las nubes multicolores llenando de algodón las  alturas, y los verdes salpicando la silueta de los montes.

En las alturas de la montaña, donde Prioro pasa sus días, no hay prisas ni miedos, solo quietud y paz, tranquilidad y buenas sensaciones… pan caliente cada día y berrea en septiembre.

En los paseos tranquilos, en las caminatas serenas, están los olores de siempre, a tomillo y romero, a colores desparramados en sus flores, a recuerdos de otros tiempos, a planes de futuro y vivencias del presente…

En las caminatas tranquilas, acompañadas por alguna voz amiga, se escucha cada paso suave acariciando la tierra que se extiende bajo los pies, dibujando la línea de una vida que no sabes dónde te llevará, aunque lo creas, no lo sabes…

Y así, entre paseos, aire, colores, cielo y tierra, disfrutamos de Prioro, disfrutamos de la vida, disfrutamos de la esencia que nos cubre por fuera, que nos llena por dentro: León.

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Tú y yo

Mi mágico León: abeja posada sobre un diente de León. Ambasaguas. Curueño. León.

Caricias suaves

Tú y yo, solos tú y yo, y un montón de personitas que conforman el universo que habitamos, pero tú y yo, y nuestras montañas, lagos, ríos, puentes y campos, y siempre, siempre: tú y yo.

Te quiero, ¿sabes? más allá de convencionalismos y opiniones ajenas, más allá de miedos, incertidumbres, ausencias y tristezas: te quiero.

Quererte es muy fácil, porque más allá de lo difícil, siempre está tu preciosa mirada y esas palabras dulces que pintan mi mundo de belleza y profundidad.

Quererte es muy fácil porque calmas mis prisas con tus tiempos y, al contemplar con detenimiento el paisaje, aparecen nuevos matices que enriquecen sus colores, sus sonidos,… y las emociones se despiertan cuando la magia envuelve al corazón.

Te quiero, y te quiero mucho; tanto como para esperar aunque saldría ahora mismo a recorrerte, tanto como para amar cada uno de los elementos que componen tu mundo, tanto como para admirar el trabajo de la abeja que, pacientemente, se posa sobre las flores una y mil veces, y, sin prisa pero sin pausa, trabaja para lograr su rico néctar.

Te quiero, querido felino, porque con la música de tus noches estrelladas tocas las teclas de mi alma.

Te quiero y me emociono al pensar en ti, y en que en ti, también mora mi hogar.

Mi querido y mágico León, mi amada tierra de bonachones y bonachonas, de gente sencilla que ama el agua y el campo, y los pequeños detalles que enriquecen los momentos.

Mi estimado y mágico León, donde los pueblos son muchos y las pequeñas patrias tienen nombres propios… como Ambasaguas, donde el Porma y el Curueño, se funden en un abrazo eterno.

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Entre dos aguas

Mi mágico León: arboleda nevada en primavera en Ambasaguas. León. Turismo rural.

Blanca tranquilidad

En un rincón del mundo, donde el ruido y la polución se diluyen entre el cielo limpio y la tierra fértil, hay lugares escondidos que recorren los animales pacíficamente.

En algún sitio, plagado de chopos y de riberas, hay un pueblo bañado por dos aguas, con las montañas a lo lejos, adornando el horizonte, y el monte a un tiro de piedra, donde corzos, jabalíes y demás compañeros campan a sus anchas, sobre todo en invierno, cuando el ser humano reside en las grandes ciudades o los pequeños pueblos, y el calor de una hoguera es la sensación de sentirse en casa.

Caprichos del tiempo que moldean la naturaleza a su antojo, y así, cuando la primavera había hecho acto de presencia y las cigüeñas ya se habían relajado en las alturas de sus nidos, bajaron las temperaturas y el paisaje se tiñó de blanco, sorprendiendo los planes de las ropas ligeras y los zapatos frescos.

En cualquier punto de la geografía leonesa, aparecen lugares llenos de quietud y detenimiento, de tranquilidad y sosiego para el alma, sin prisas ni agobios, con pausas y aire limpio…

Y ahora, hoy, me viene a la mente Ambasaguas, y el Porma y el Curueño uniéndose para acariciar la fertilidad de su suelo.

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Sin permiso

Mi_mágico_Leon_buite_alas_extendidas_montaña_oriental_leonesa_Leon

Perspectiva

El lugar, el momento, la ocasión… quién sabe.

A veces no es el lugar, ni el momento, pero se da la ocasión, y el resto desaparece…

La vida, así es, no pide permiso, simplemente te presenta situaciones inesperadas, y, sin haberte dado instrucciones, te anima a usar la imaginación para hacer magia, y convertir momentos que no querías en experiencias maravillosas que te hacen crecer como persona, como niño, como niña, porque ahí está el punto que marca la diferencia: escuchar a ese pequeño, a esa pequeña, que todos llevamos dentro, y que tiene la clave para ser feliz, siempre.

La vida es así, y en los senderos de la mía, encuentro paisajes de ensueño, y personajes que adornan mis días con abrazos y sonrisas, con miradas que lo dicen todo sin que se escuche una sola palabra, y complicidades que sorprenden, cofres que no abre más que la magia del cariño seguro, construido de pequeñas confidencias que se convirtieron en amistad de la buena, ¿verdad que sí?

Como tantas otras veces, me descubro escribiendo con una sonrisa en la cara, mientras acuden a mi mente personitas que ya habitan en mi corazón, y  se entremezclan  los cariños con los contornos de mi tierra mágica, donde las montañas son metáforas de las dificultades que superar, y sus cumbres, la satisfacción de haberse atrevido a conectar con lo que realmente uno siente.

Ser honesto, honesta, y volver descubrir que la misma fuerza que anida en la fauna y la flora, esa que soporta el envite del tiempo meteorológico y cronológico, también hace morada en ti, y en los madrugones que te obligan a abrir los ojos que tan cerradines tenías, en la paciencia que pensaste que se te acababa y resulta que tenías más, a buen recaudo.

Atreverse a ser valiente y no dejarse vencer por la tiniebla, que no es tal, tan solo es niebla, nubes bajadas desde las alturas para dejarte acariciar un trocito de cielo.

Y mientras te adentras en ella, con paso dubitativo y un poco quejumbroso, ante tanta incertidumbre, empieza a disiparse la espesura que atraviesas, y aparece ante tus ojos, el esplendor de quien estira las alas, observa el panorama y se decide, inminente, a levantar el vuelo…

Como tú, como yo, como aquellos que a pesar el abismo que se abre a los pies, no se amedrantan y disfrutan de la panorámica… mágica… como el universo de montañas y mares verdes, llenos de vida, que adornan los sueños del bello Prioro, en León, mi mágico León, como no podía ser de otra manera.

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Pensamientos revoltosos

Mi mágico León: cascada Los Forfogones, Cofiñal. León.

Travesuras acuáticas

La fuerza de un pensamiento que mueve el mundo, creo que no hay mejor definición: el mundo.

Un mundo que está esperando a ser modelado según las expectativas que pongas en él, y las sonrisas y las determinaciones, a veces serias, a veces distraídas, a veces sonrientes envueltas en abrazos,…

El mundo y multitud de gotas reunidas en caudales formando lagos, ríos, mares y arroyos, deslizándose por las sinuosidades que recorren los montes y los rincones, dejándote soñar un rato, y aunque luego tengas que despertar y darte de bruces contra una realidad que no siempre es lo que deseas, al final, el sueño es un soplo de aire fresco que te llena de ilusiones y esperanzas, que te permite mirarte al espejo y descubrir de nuevo la sensualidad de tus labios rosados, y la mirada profundamente inocente y limpia, que, a ratos, juega a ser pícara y divertida, aunque la realidad siga ahí fuera.

El mundo y la frescura trepidante de la travesura alegre de los Forfogones, junto a Cofiñal, y los pensamientos convulsos revolviéndose entre las corrientes que descienden de las montañas, y entre líquenes, musgos y árboles, se pasean las ninfas a escondidas, sonriendo mientras un pequeño arco iris, aparece a los pies de la cascada.

Pensamientos que recorren la mente una y otra vez, revoltosos, ¿será posible que no puedan quedarse quietos? Y no sé, parece que no son demasiado obedientes a la voluntad, porque, a ratos, vuelves a pillarles con las manos en la masa, despistados, en los rápidos de Los Forfogones.

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Llegó

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Cuentos

Panorámica desde Prioro, Montaña Oriental leonesa. León. España

Maravillosa realidad

Te voy a contar un cuento, de esos que te hacen volar, soñar, como si todo fuera posible… porque lo es, ¿no lo sabías?

Hasta lo que no parece posible, lo es, hasta el infinito de las eternas noches estrelladas, desaparece para dejar paso al astro rey, pintando el cielo de emociones bañadas en esa música que no se toca, que acaricia las cuerdas del alma, pero no se ve,… aunque se siente… ¿será posible? Lo es… y lo sabes.

Lo sabes más allá de los números, y las letras que completan informes, y alegatos cargados de razones, de objetividades y resultados… prefiero los cuentos.

Había una vez una oruga que decidió convertirse en mariposa, había una vez un amanecer, que consiguió convertirse en atardecer… y era tan bello, tanto, que las montañas quedaron prendadas de la luz que ilumina la sinfonía de la mañana, la melodía del ocaso acariciando la silueta de su cuerpo, elegantemente esculpido, entre sueños y fantasías.

Te voy a contar un cuento, el de una niña que conoció a otra niña, ¿o fue un niño que conoció a otro niño? Mmmm… Te voy a contar la historia de las bobadas que dan forma a las risas, y las risas a las confidencias, y las confidencias a las amistades… y pasan los días, y comes pipas y kikos, maicitos, dirían algunos, y te vuelves a reír, ¿será que el alma buena no cambia?

(Te voy a contar un secreto: yo creo que eso no es un cuento, y que los dragones siempre serán dragones, las mazmorras, siempre serán lúgubres, a menos que las conviertas en escondrijo de piratas escondidos, y las brujas siempre serán brujas. Eso sí, de eso no me cabe la menor duda).

Te voy a contar el cuento de la mirada perdida en el horizonte, donde los sueños alzan el vuelo, y los anhelos se difuminan en el dorado etéreo de fantasía hecha paisaje…

Y entre cuento y cuento, vamos a recorrer senderos cubiertos de hojas, para que los ogros no los encuentren; bosques verdes y alegres, llenos de setas, pájaros, caracoles,… ¿dónde estarán los gnomos? No hay quién les pille.

Magia… cuentos, leyendas, estrellas y pasiones encendidas… como el mismo sol.

Magia… como dos miradas que se encuentran, como la libertad de recorrer el mundo sabiéndote dueño de tu destino…

Marcho en busca de la magia, ¿me acompañas?

Magia, como tú y yo, descubriendo un lugar donde la vejez juega al escondite, y la juventud se hace eterna, como el olor a tierra mojada, como el aroma que baña, salvaje, las mañanas salpicadas de rocío, en la tierra leonesa.

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Piquitos de verano

Mi mágico León: golondrinas en Besande. León

Besines de verano

El amor y el fluir de las estaciones al pasar el tiempo…

Cuando el tiempo no pasa, cuando, de alguna manera, se queda, balanceando los minutos que lo componen en las sonrisas que han quedado… porque nunca se irán.

Volar…

Como esos pájaros que recorren ese cielo tan azul, tan limpio de malas sensaciones, tan plagado de… ¿risas? No sé, tan plagado de sonrisas en mi cara, en este momento, cuando pasan las tormentas que revuelven la tierra y llenan de polvo los estantes llenos de libros y recuerdos, y luego, pasado el vendaval, sacas el plumero y descubres fotos que abren el cajón de las memorias escondidas, y empiezas a reír… ¿de verdad han pasado ya tantos días?

Yo creo que no, que fue ayer cuando comíamos quicos, maicitos, y nos reíamos llenando el aire de aromas salados y tostados, ¡como nosotras!

El cielo, ese cielo azul, y esos rizos de locuela que siguen adornando tu melena, aunque disimules, se te riza de majadería, de la alegre y divertida majadería que siempre te ha caracterizado, querida mía.

Y… me queda tanto por contarte… de mi tierra y de mis gentes, de aquella primavera y este verano tan lleno de luces y estrellas, de las golondrinas anidando en los tejados de las casas y las cigüeñas reinando en la cima de la escuela, y de la iglesia, por supuesto.

El amor y el fluir de las estaciones… y las amistades que no terminan…

¿Te cuento un secreto? A veces las emociones se toman un tiempo para descansar, para reposar, porque son tan intensas… que acaparan todo: alma, mente y corazón… y son tan adictivas… que magnetizan los extremos para que siempre se atraigan…

Más allá del cielo y la tierra, de la costa y la montaña,… más allá de pitufos y desamores, de confesiones contadas a la sombra de un atardecer… siempre has estado, como están aquellos amores que siempre me acompañan y me acompañarán…

Como la luna y las estrellas, como las carcajadas y las bobadas, como esa amistad de las buenas… pues hasta los pájaros que habitan Mi Mágico León, que merodean por Besande, acercan posturas entre la picardía, la generosidad y el cariño.

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Primavera primaveral

Mi mágico León: llega la primavera a la provincia leonesa.

Prefiero recorrerte

Nieves, montañas y ríos, despertando a un calor que ya empieza a asomar en el amanecer de los días, cuando los sueños se desperezan y la alegría revolotea en los corazones.

Besos, caricias y miradas, y los recuerdos se agolpan en la mente, se agrupan en el corazón y salen despedidos por las comisuras de estos ojos que tanto conoces, ¿verdad?

Hoy me ha vuelto a sorprender la firmeza de los latidos de tu corazón, marcando el ritmo de un amor, a punto de rodearme entre sus brazos, para fusionar las almas, nuestras almas.

Paisajes, atardeceres y campos, y la silueta de un cariño que no desaparece con el paso de los años sobre la piel… y la mirada sigue siendo la misma que ha clavado el brillo de su inocencia en la tuya, como hacen las estrellas en la oscuridad de la noche, brillando más allá del nuevo día, porque siempre, siempre, está el chispazo de aquel amor.

Estrellas, paseos y olores, y el dibujo de un camino que todavía está por trazar, por definir siguiendo la estela que han dejado las enseñanzas y los refranes, las mariposas y el viento que mueve las hojas de los árboles,… ¿y cómo olvidarme de ti si formas parte de mí?

Mi querido y mágico León, en tus lares moran mis anhelos, mis «te quiero» más profundos, mis libertades y fantasías, mi más añorado abrazo…

Mi querido y mágico León, me persigue un juramento de amor encendido, me acompaña el corazón en la boca del estómago subiendo por la garganta; y entonces, cuando menos lo espero, se intuye el aroma de una primavera que llega llena de sorpresas.

Sorpresas… recorriendo los sentidos, la lluvia sobre la hierba y los caracoles justo después; y parece que el trinar de los pájaros nunca va a callar, y la sonrisa dibuja carcajadas, y ya no lloro, aunque desee con todo el alma estrecharte entre mis brazos.

No lloro porque no cabes entre ellos, porque tu belleza es tan grande, tus paisajes tan eternos, tus aromas tan intensos y nuestra complicidad tan infinita, que prefiero recorrerte llena de alegría, y recordar una y mil veces que para decírtelo, no hace falta palabras: mírame a los ojos y leerás te quiero, León.

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