Archive for agosto, 2022

Misiones secretas

Mi mágico León: paseando con Melquiades por la Vega de Cifuentes de Rueda. León. Turismo rural.
Patrullando los campos

Hoy te voy a hablar de un señor muy señor, de esos de vida sencilla y elegancia callada, de alma de pueblo y aspecto de señorito recorriendo la ciudad.

Hoy te voy a hablar de un lugar repleto de fuentes escondidas, de la Morata y el Caño, la Fragua y Peralinas, Cantarranas, la Cuba, Valcaliente, Fuente Moreno y hasta la fuente del tío Abercio, un lugar salpicado de regueros, rico en agua limpia, cristalina, salvaje y viva, muy viva, poblada de zapateros y truchas, porque el Esla no anda lejos.

Entre martillos y púas, conejos, pollos, calabazas, pimientos y tomates, pasa los días de verano regando su huerta y cuidando sus animales, esperando que llegue la nieta, y la hija, claro, pero la nieta, su nieta dulce y traviesa, la que madruga a la hora del Angelus cuando hay fiestas en tierras de Rueda y sale a patrullar las calles cuando la siesta hace acto de presencia.

Hoy te voy a hablar de endrinos y moras, de trillos y heminas, de historias de antaño, peras al vino y madreñas, vinos, mostos y tapas.

Hoy te voy a hablar de vacaciones en el pueblo, de recolocar emociones llenas de alegría y seriedad, sí, también seriedad cuando hace falta; hoy te voy a hablar de personas queridas y risas a cualquier hora, de perritas corriendo a recibirte cuando te ven entrar en casa, de comilonas cualquier día, y el día de la fiesta, por supuesto, el día de la fiesta también.

Y una tarde de viernes, cuando el cielo se viste de colores, vamos al rescate de las guadañas, a disfrutar de los chopos y el peral, los guindos y nogales, el manzano, la cocina de horno, la leña y el carro, el adobe y los recuerdos de mañanas haciendo colonias subidas sobre el montón de tozas, aguardando la lumbre del invierno, recuerdos de niños y no tan niños compartiendo en familia, cuando los abuelos estaban en su casa y se fraguaba Mi Mágico León entre las colmenas del abuelo y la torta que compraba abuela.

Una tarde de viernes, cumplimos la misión que nos aguardaba, secreta para quien no la sabía.

Y fuimos y volvimos por la Vega, charlando entre amigos, visitando las tierras, herencia maravillosa a la que aferrarse con el mayor de los orgullos. Tierras trabajadas a base de sudor y esfuerzo, de siestas bajo el carro y trozos de hogaza acompañados.

Hoy te voy a hablar del pueblo, de mi pueblo, hoy te voy a hablar de Cifuentes y su buena gente, porque de la mala, ni una letra.

Hoy te voy a hablar del cariño y la alegría de sentirse en casa, de acogidas amables y visitantes bienvenidas.

Y aunque no diga nada, lo digo todo, porque no hacen falta palabras, cuando los abrazos son sinceros y las miradas honestas.

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Entre peñas y robles

Mi mágico León: cerradura de la casa del abuelo en Robledo de la Guzpeña. Montaña oriental Leonesa. Peñacorada. León.
Esperando pacientemente

Un cielo limpio, lleno de sonidos alegres, decorando la escarpada cumbre de Peñacorada, donde se escapa el tomillo de los ovinos, acercándose a las desnudas alturas.

El monte poblado de robledal, de hayedo y castañal, y la tranquilidad gobernando entre las peñas mientras la voz del recuerdo recorre los recovecos de la memoria y los muros de piedra gris resuenan el eco de las risas de un pasado muy presente, entre broma y broma, entre primos y suegra, abuelos, amigos y amores, el amor de una muchacha de mirada franca y sonrisa amable, el amor de una pequeña durmiendo en la alcoba de sus padres.

El monte poblado de encinar, alcornocal y quejigar, y las casas, orgullosas y señoriales, con la maestría del orgullo por cuidar de lo que es suyo, de las familias que allí se formaron, de los calores que allí anidaron, del frío que no puede con ellas.

Maravilloso, es maravilloso descubrir la bella dama de la Fe construida en piedra, pequeña, excelsa, impresionantemente bella, rodeada de quietud, vestida con sus dos campanas, ornamentada con su precioso arco dando paso a otra sensación.

Es… extraño, ¿cómo explicarlo? Mirar la puerta de la iglesia y notar… ¿emociones? Es como si… como si se escuchara el murmullo de las gentes saliendo de misa, musitando el rosario, celebrando una boda, un bautizo.

Es… extraño, porque justo al lado, aparece un arco desnudo, acompañando la silueta del edificio y es… tan bonito… porque no hay nadie y, a la vez… hay mucha gente.

La sonrisa dibujada en la cara y la paz acompañando nuestro caminar y… no estamos solos, está ella, siempre está. Acompañando a su amor de ojos azules, cuidando de él, riñéndole a ratos, cuando se apasiona con el brebaje de Baco, queriéndole siempre con tanto amor entregado con los años.

Un pueblín, y una casa de piedra firme, con su bodega y su huertín a la entrada de casa.

Un pueblín, y una herencia ancestral que recibir; y en el medio, entre el corazón y la cabeza, entre el ruido de los papeles hechos burocracia y el sentimiento a flor de piel, un caballero de buen corazón y alma rural, de sangre de ribera y enamorado de aquel trocito de montaña, aquel trocito, gobernado, por Robledo de la Guzpeña.

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