Te voy a presentar mi rincón favorito del mundo, pero, ¿sabes qué? Espero que no te guste.
En realidad no es más que un viejo depósito de agua, a la salida de Cifuentes, ¿cómo te va a gustar? Mejor que no te guste, que ya me gusta a mí.
El depósito… mi atalaya particular en la que escuchar la voz de los tiempos estampar eternas puestas de sol…
Si supieras que no tiene nada especial… y eso es lo que me gusta, que no tiene nada. Nada que enturbie la sencillez natural del paisaje, que distraiga de los sonidos que la naturaleza esculpe en las estaciones, que llenan de tranquilidad los atardeceres de verano, cuando las amigas volvemos a reunirnos y a recordar, sintiendo, porqué somos tan amigas, porqué nos queremos tanto, porqué no importan las distancias y las ausencias cuando se quiere de verdad.
El depósito… el lugar donde habitan las musas, donde se despiden los ángeles cuando se van al cielo, donde las estrellas brillan al son de los grillos, donde no me canso de volver y volver… a ver los sueños volar hasta hacerse realidad…
El lugar donde olvidarse del mundo y alejarse de las preocupaciones; el lugar en el que sentirte tan profundamente tú a flor de piel, y sonreír contemplando el dorado de los rayos de sol acariciando los campos y colinas…
Sonríe, sé feliz, y descubre la placidez de una tierra con nombre de felino: León.