Archive for octubre, 2011

Que no te guste

Mi mágico León: depósito de agua en Cifuentes de Rueda, en León.

El lugar de los buenos momentos

Te voy a presentar mi rincón favorito del mundo, pero, ¿sabes qué? Espero que no te guste.

En realidad no es más que un viejo depósito de agua, a la salida de Cifuentes, ¿cómo te va a gustar? Mejor que no te guste, que ya me gusta a mí.

El depósito… mi atalaya particular en la que escuchar la voz de los tiempos estampar eternas puestas de sol

Si supieras que no tiene nada especial… y eso es lo que me gusta, que no tiene nada. Nada que enturbie la sencillez natural del paisaje, que distraiga de los sonidos que la naturaleza esculpe en las estaciones, que llenan de tranquilidad los atardeceres de verano, cuando las amigas volvemos a reunirnos y a recordar, sintiendo, porqué somos tan amigas, porqué nos queremos tanto, porqué no importan las distancias y las ausencias cuando se quiere de verdad.

El depósito… el lugar donde habitan las musas, donde se despiden los ángeles cuando se van al cielo, donde las estrellas brillan al son de los grillos, donde no me canso de volver y volver… a ver los sueños volar hasta hacerse realidad…

El lugar donde olvidarse del mundo y alejarse de las preocupaciones; el lugar en el que sentirte tan profundamente tú a flor de piel, y sonreír contemplando el dorado de los rayos de sol acariciando los campos y colinas…

Sonríe, sé feliz, y descubre la placidez de una tierra con nombre de felino: León.

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Mariposa

Mi mágico León: mariposa en la ribera del Curueño, en la provincia de León. Turismo rural.

Sencillamente hermosa

A veces… y si sólo fuera a veces…

Siempre te llevo en mí, conmigo, sintiendo mi nombre resbalar entre tus labios y escaparse con cariño en el sonido de tu voz.

¿Sabes? Normalmente no te escribo, miro tus fotografías y sigo sin creerme que te has ido, aunque estés conmigo, te has ido, y se me hace tan difícil…

Se me hace difícil vivir nuestra distancia, que no se mide en kilómetros, se mide en recuerdos, en «te quieros», en besos sobre una foto; se mide en los silencios que ahogan el alma y que no dejan hablar, asfixiando las palabras convertidas en lágrimas, liberando la pena que habita en un corazón que extraña todo tu ser.

Hoy me acuerdo de aquellas dos palomas posadas sobre las flores, revoloteando entre ellas, y la luna lunera iluminando la oscuridad de la noche, haciendo que desaparezcan las penumbras y negritudes.

Hoy te dedico estas palabras con un amor que no cabe en ellas, como la belleza delicada y elegante de una mariposa, sencilla, callada, sorprendente, porque del interior de lo más sencillo, surgió la más bella criatura, llena de color y calor, pequeña, ligera, suave… como los sueños con alas que cubren los campos leoneses cada primavera, durante el verano, hasta en otoño, junto a las riberas, sobre las flores,… llenando el mundo de color, de colores… como tú, dama alada.

Allá donde esté, en la alegría chispeante de una cascada inesperada, estarás tú.

Allá donde esté, divisando la más bella puesta de sol, estarás tú, estaréis los dos.

Y cuando vea una mariposa vagarosa, rica en tintes y en donaire, volveré a sentir que las cosas más importantes de la vida no se ven, se sienten, recordaré que el amor y la esperanza mueven el mundo, y que tú, mi querida mariposa, has hecho de este mundo un sitio mejor, simplemente, por el hecho de estar en él.

El viento, las estrellas, las mariposas, la luna,… los amores de mi vida, y un rincón mágico en el que sentir la alegría eterna de una paz que no se va: León.

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A calderos

Mi mágico León: Puesta de sol en Valdeburón, junto al pantano de Riaño.

Esperando el destino

Sentimientos contrapuestos invaden el alma cuando miras una fotografía, te enfrentas a una imagen, observas un paisaje cubierto de agua y te parece un espejo en el que se contemplan las montañas, el cielo, las nubes…

Es una sensación extraña comprender que la belleza que reflejan aquellas aguas es tan perfecta como falsa, tanto como si, de repente, apareciera un camello en medio de la montaña o un delfín saltando desde el fondo de aquella inmensidad acuática.

El mundo está lleno de lugares tan perfectos, tan auténticos, tan inmensamente hermosos que no hace falta adornarlos con nada, sólo hay que disfrutarlos como son, porque no pueden ser mejorados, y ¿sabes qué? Creo que la naturaleza es así.

Este fantástico planeta que habitamos está lleno de animales y plantas que dan forma a los paisajes y salpican el mundo de ecosistemas, aromas y colores únicos e irrepetibles.

Estoy observando una imagen sin estar allí. No importa, porque he estado allí y sé lo que se siente, lo que se ve, lo que se muestra, y no es real…

Real es una montaña sana llena de hayedos y robledables, de ríos, abedules y tejos, acebos y serbales…

Real es una montaña recorrida por osos, lobos y corzos,… una montaña cargadina de pueblos silenciosos y llenos de vida, pueblos que duermen tranquilamente, que no molestan a nadie, que respetan la tierra que les vio nacer y les mantiene.

Reales son las cataratas del Iguazú, sin explosiones que hayan creado el desnivel espectacular por el que caen las aguas de su río; real es el precioso Cabo Sunion con el Mar Mediterráneo rendido a sus pies; real el bosque nuboso de Urcupuyujunda y la serenidad de los campos de cereales cuando se pone el astro rey; pero aquello que la tradición no esculpió, aquello que el planeta no inventó, de alguna manera, un día u otro, fluirá en la misma dirección en que siempre lo hizo, llenando la tierra de fecundidad, de alegría…

Y mientras sueño con un valle cubierto de verdes praderas, preparo un cubo vacío de rencores, mirando el horizonte, recordando, con serenidad y perseverancia, que, tarde o temprano, las aguas siempre vuelven a su cauce, que la luna sigue estando ahí, y que lo que ha de ser, será.

Sigo ahí, esperando un nuevo amanecer, con mi cubo en la mano, preparada para hacer volar los sueños con el fin de aquel dique, para vaciar aquel pantano, aunque sea… ¡a calderos!

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Caminos de vida

Mi mágico León: Camino otoñal en Cifuentes de Rueda, en la provincia de León. León. Turismo rural y naturaleza.

Caminos de vida

La vida está llena de caminos y los caminos de vida, y si no están llenos de vida, si conducen a ninguna parte, no camines en esa dirección, porque la vida está llena de tanta vida…

La vida está llena de ilusiones y amistades cubiertas de colores, esas que compartes con miradas y palabras, con compañías y ausencias esperando los reencuentros que siempre saben tan bien…

La amistad está llena de emociones, de secretos que no ocultan nada, porque a veces no es necesario decir nada para entenderlo todo, como un te quiero, como una lágrima, como una frase que se repite en dos momentos distintos, por dos bocas distintas, ¿será que somos tan iguales?

La amistad está llena de familia, familia que te vas encontrando por los senderos de los minutos, y allí donde no esperabas te sorprende una carcajada y una broma, o la llamada de aquel que un día descubrió que la edad no importa, ni los kilómetros, ni los convencionalismos sociales, porque cuando menos lo esperas aparece una postal dibujada en el paisaje, donde menos lo esperas surge el cariño y la preocupación sincera.

No hay mayor regalo que el que se da con el corazón sincero y tan lleno de sí mismo, tan lleno de corazón, que lo que se da no se acaba, se comparte, crece, se engrandece, te engrandece…

Caminos, vida, recuerdos, amigos, estaciones llenas de sensaciones y un solo nombre acudiendo a mi mente: Cifuentes, mi CifuentesCifuentes de Rueda.

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El sabor

Mi mágico León: la magia del otoño en Brañarronda, en Rioscuro de Laciana. Al norte de la provincia de León. León.

La magia de un sabor

En algún lugar del mundo, hay un paisaje salpicado de paisajes, donde las fantasías se funden con las realidades, donde la contaminación es solo una pesadilla, donde los aroman inundan el ambiente, y el viento mece las hojas con la suavidad fresca de los días de otoño.

En algún lugar del mundo, la tierra se llama Omaña y se funde en un abrazo con otro pedacito de sí misma que se llama Laciana, y allá, en el abrazo de dos valles hermanos, la paz transforma los silencios en colores, y el otoño salpica de magia las copas de los árboles, sus ramas y cortezas.

En algún lugar del mundo, las casas de piedra y los pilones pierden protagonismo, y hasta los mismos hórreos que tantas miradas encandilan, se enamoran de las estaciones, se funden con el paisaje, y olvidan si pertenecen a un valle, o a otro, y tan sólo un cartel a la entrada de su pueblo, les recuerda que son de Rioscuro de Laciana.

En algún lugar del mundo, los sueños se tornan realidad, y la soledad no pesa, se hace ligera como una pluma, se disfruta, se aprecia, se confunde con el mismo mundo y te hace parte de él… y allá donde las tristezas pierden fuerzas, allá donde el alma se siente más tranquila, está el espíritu de una naturaleza tan llena de vida, tan llena de bondad, que el ser humano sosiega sus ansiedades y las transforma en serenidad.

Cuando las prisas hacen mella en el ánimo, cuando las apatías invaden el día a día, el silencio apacigua las desesperanzas, calma las preocupaciones; el aire se pasea entre las hojas y las hace bailar al son del otoño.

Cuando se observa se aprende, se aprecia, se sueña y se logra… ¿qué se logra?

Un sueño que no se va, que no se escapa, que sabe a colores, a sensaciones, a brañas… un sueño que sabe a Brañarronda, que sabe a Rioscuro de Laciana.

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No es poco

Mi mágico León: atardecer en algún lugar entre Santa María del Páramo y la Bañeza, en la provincia de León

Bendita luz

Atardece y no es poco.

No es poco sentir que el sol viste del gala el paisaje y nos recuerda que lo malo, con otro color, parece menos malo, que ya llega la noche y la calma se acerca, que los grillos cantan aunque se aleje el verano, cerca de las casas, lejos del frío.

Atardece con una rapidez lenta e intensa, aunque la vida diaria no lo quiera ver, aunque muchos se olviden… atardece.

En algún lugar entre Santa María del Páramo y la Bañeza, la serenidad aleja las ansiedades del alma, y el cielo regala sus colores, como siempre, en una provincia tan alta que se acerca a las mismas alturas del cielo.

Estoy aquí, lejos de ti, atardecer, en un día de oficina y luz de fluorescente. Estoy aquí, en esta habitación, en este rincón tan mío, pensando en ti, en tus colores, en las sensaciones que siempre provocas en mí, en las emociones que me produces, y sonrío…

A veces los días son duros, a veces, anodinos, pero siempre, siempre, hay algo que te hace sonreír, solo tienes que abrir bien los ojos, prestar atención, darle permiso a los oídos y caminar…

Hoy, una de mis sonrisas fuiste tú, atardecer.

Buenas tardes, buenas noches, buenos sueños llenos de la calidez de tu luz, León

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Cansancio

Un paisaje que no se cansa de esperar en Cubillas de Arbas.

A pesar del cansancio, caminando...

A veces son momentos, días,… otras son semanas que se unen para formar temporadas y sumen la alegría en una tristeza, en un cansancio agotador, pesado, melancólico…

A veces la vida pesa, y pesa mucho.

A veces las ausencias se hacen tan presentes que el dolor del adiós, del hasta luego, se intensifica de tal manera que los sollozos no te dejan articular palabra, y la esperanza, aun viva, aun valiente, siente las toneladas de angustia y desazón sobre ella.

Cuando la mayor de las tristezas inundaba el corazón surgió una palabra amable, un cariño, surgió un abrazo, se escapó una lágrima, y llegó la paz. No es una paz absoluta, las ausencias siguen ahí, las penas no han desaparecido, pero se han transformado, han dejado de ser losas para convertirse en nubes que flotan en el aire y dejan notar su presencia, su oscuridad, pero sin ahogar.

Hay tristezas y alegrías, hay momentos de agonía que no preceden a la muerte, que insuflan soplos de comprensión y estima en forma de gotitas de colores que derrama un bálsamo llamado amistad.

Hay distancias y ausencias, y un paisaje que impregna los pensamientos de tranquilidad y armonía, allá a lo lejos, que adorna una conversación cargada de complicidad con sus silencios y sus colores, que aunque no se ven a través del teléfono, se sienten…

Hay amor, hay confianza, hay una tierra que no se cansa de esperarte, de amarte, de soñarte… y se llama ¡León!

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