Archive for febrero, 2011

Razones del corazón

Mi mágico León: cartel de la provincia de León. León. Provincia de León. Turismo.

Tierra mágica

Sumergido entre algodones de un cariño peculiar, está el paisaje de un recuerdo muy difícil de olvidar.

Escondido al aire libre entre sensaciones y detalles, hay un lugar cargadito de lugares, de pequeñas patrias a caballo entre ilusiones y esperanzas, rodeadas de curioso anonimato nominativo, cada cual con su nombre, con la historia de una estirpe acostumbrada a la belleza, de tal manera, que desconoce el valor que su genuina esencia conserva en cada detalle.

Admirada desde lejos, está la silueta de una dama de alta alcurnia y sencilla apariencia, con sus curvas y sus alturas, con sus profundidades y tatuajes sorprendentes, a veces, inesperadamente frescos, otras, sugerentes, ardientes.

Querida desde la libertad y el frío, amada por sus bellos amaneceres, por sus intensos atardeceres, por las estampas cargadas de infinitud en sus noches estrelladas, está la tierra de tantos que la admiran desde lejos, como a las mismas estrellas, deseando tocarla, acariciar su brillo, y el fulgor del astro rey esas mañanas de verano, cuando Lorenzo domina el cielo y no hay nube que se interponga entre las cigarras que cantan escondidas en los campos y el dominio de su fuego incandescente.

Sumergida, escondida, admirada, amada, está una provincia llena de castillos, y puentes, de monasterios e iglesias que hablan de un pasado poderoso y novelesco; hay una tierra recorrida por las sendas del Camino de Santiago, alimentada por el olvido de muchos y por el amor de muchos otros…

Allí, aquí, al noroeste de una península al sur de Europa, está la tierra mágica de los astures, de los trasgos y las xanas, y de esos sentimientos tan, tan… auténticos, que plasmarlos por escrito sería vano intento, pues, como diría Pascal «hay razones del corazón que la razón no entiende», ¡y qué razón tenía!

Damas y caballeros… ¡Bienvenidos a León!

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De barro y vida

Mi_mágico_León_Barrillos_de_Curueno_Leon

El silencio de una imagen

Una vez escuché hablar de un Río del Olvido, que se lleva recuerdos, emociones, sensaciones, pensamientos, sonrisas…

Una vez escuché hablar de un río cargado de tristeza y melancolía, que fluía hacia aguas mayores, donde la esencia de sus gotas se diluyera inmersa en anonimato…

Un río cargado de olvido… y el nombre me pareció misterioso, llamativo, inquietante, tremendamente absoluto.

Entre las sendas del recuerdo y la imaginación fui recorriendo los senderos que anduvo el viajero, y curiosa curiosidad, descubriendo que no hay olvido con memoria y que la memoria es mucho más que un recuerdo, es algo que forma parte de uno mismo aunque no haya vivido una experiencia, porque, a veces, es tal la empatía que sientes, que lo que el otro vive se convierte en tu alegría, en tu tristeza, en tu llanto, en tu ilusión… Eso también es amor.

Se me antoja pensar que los sitios no son meras estampas fotografiadas en un momento, se me antoja pensar en el adobe, y en la lluvia, en la niebla y en la fría humedad de la escarcha que adorna los pies de los chopos, que desfilan, al compás del viento, la maravilla de su orquesta vespertina cada vez que el viento sopla.

Se me antoja pensar en Barrillos y en la fresca vitalidad de un río que habla entre misterios rodeados de sensaciones, aquellas que se deslizan por la cara, se cuelan por debajo de la camisa y llegan allá donde mora el alma, donde se guardan los recuerdos que el olvido no conoce, aquellos que no puede borrar, porque están escritos en sentimiento.

Se me antoja un paseo, un capricho de la naturaleza que se deja querer, lo mismo que se quiere a la tierra que te ve crecer, lo mismo que se quiere a aquel animal de cuatro patas que tiene tanto de humano y tan poco de animal.

Un lugar divino, ¿cómo no? construido a base de barro y alma, como Adán y Eva, como la esencia de un pueblo enraizado en la mítica Vadinia, como el carisma de un sitio con tono medieval, con tono rural, con una mezcla de tiempos inmemoriales que se confunden en la fisonomía como lo hacen las experiencias a lo largo de la vida.

Un lugar que disfrutar, una chopera por la que pasear, un río que escuchar, un caño eternamente joven del que saciar la sed de más vida, la que da la alegría de saberse en casa.

Descubre lo que es silencio, lo que es quietud, lo que es sentir el agua del río Curueño mezclarse con la tierra y construir con su barro el hogar de tantos: Barrillos de Curueño.

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Bendita nieve

Mi mágico León: amanece en el Puerto de Panderruedas, al norte de la provincia de León, junto al Valle de Valdeón. León. Turismo rural y natural.

Un paraíso nevado

Hoy te voy a llevar conmigo.

Te voy a llevar a un lugar lleno de paz, no sólo de tranquilidad y silencio, está lleno de algo más, está lleno de Paz…

Te voy a llevar a un lugar lleno de lugares, ¿me acompañas?

Puede que me conozcas, o tal vez no, pero… ¡vamos! ¡déjate llevar!, olvida todo el ruido que puebla tu mente en este momento y acompáñame, ¿dónde vamos? A un lugar donde la absoluta realidad te gritará, envuelta en silencio, que hay más cosas bonitas que feas, que hay más amor que desamor, y más silencio que ruido, y más…

¡Vamos!

Estoy escuchando una canción tranquila, mirando una fotografía callada, y sólo pienso en llevarte hasta allí, donde el sol ilumina, con su brillante suavidad, las cumbres nevadas que la naturaleza esculpe con su respeto por la vida.

Estoy escuchando una dulce melodía y tan sólo quisiera echarte una chaqueta por encima, arrancarte un ratito de tu cotidianidad y compartir contigo aquello que me hace sonreír, que me trae recuerdos maravillosos, que pone el mundo a los pies y te hace sentir el calor que llevas dentro, en contraste con el frío que hay fuera, y ese montón de nieve…

Ese montón de nieve son los pensamientos, los deseos llenos de ilusión de quienes esperan tocar alguna vez la nieve que sólo ven en las películas, o en los cuentos de Navidad, en las pinturas y dibujos,… y sin embargo, en el Puerto de Panderruedas, los copos de nieve ruedan desde las alturas del cielo y se reparten en las cimas, en las laderas, en los recovecos, sobre los árboles, sobre… la Tierra… sobre los hórreos que, no muy lejos de él, habitan el Valle de Valdeón.

Esquiar o pasear entre la nieve, y si se te antoja… ¡tirarte sobre ella! y reír, reírse mucho, dejar que la locura salga al exterior en forma de carcajada y sentirse llena de esa blancura que borra los nubarrones que a veces amenazan lluvia.

Pero, ¿sabes qué? No temas, porque esos nubarrones sólo traen más nieve, y más sol… ¡bendito sol! ¡bendita luz! ¡benditas montañas!

Qué haya Paz…

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Crisis

Mi mágico León: invierno en Huergas de Babia, en León.

Cosas del invierno

Trabajo y más trabajo, las cuentas no salen, la presión y la preocupación ocupan la cabeza, y la mente se siente cansada, es un día, y otro, y otro más… y parece no tener fin, uffff…

Trabajo y más trabajo, y lucha, sin espadas ni escudos de hierro pero lucha, sangrienta y dolorosa lucha, a veces, contra todo pronóstico de victoria, pero indudablemente victoriosa, pues en esta vida, la perseverancia es tan importante como la esperanza, el tesón, la entrega, la valentía.

Convencimiento, seriedad y alegría, ¡qué nunca falte la alegría! No importa cuán duro sea el momento, pero siempre recuerda esta premisa: CADA VEZ QUE SONRÍES, SE BORRA UNA TRISTEZA Y SE ILUMINA UNA ESPERANZA, porque alguna vez la oí, o la leí, y ¿sabes qué? es muy cierta.

Estamos en crisis, es cierto, quien más quien menos, tiene su crisis: personal, sentimental, económica, religiosa, racional,…

Quien más quien menos ha estado a punto de zozobrar en el mar de la desesperanza, donde parece que el bote se hunde, el agua está fría, y la costa no se ve por ningún lado, pero… ¿te cuento un secreto?

Tú puedes… Tú puedes con todo lo bueno que te propongas.

No tengas miedo, observa y no te ahogues en medio de un espejismo de tristeza y desesperación. Mira y contempla…

¿Te perdiste? No te has perdido, es que no te has fijado:

Observa… como el sol cada madrugada se abre paso ante la oscuridad de la noche y vuelve de nuevo a iluminar el día.

Mira… como llueve y deja de llover, y cuando eso ocurre, arriesga esa sensación de suave templanza y sal a descubrir el olor a tierra mojada que emana vida y calor, aunque frío, calor, y escucha el suave tintineo de las gotas de agua que todavía escurren de las ramas que penden de los árboles, porque aquí sí hay, y muchos…

Observa, mira y contempla…

Contempla como la nieve cae, y deja imágenes tan duras como hermosas, imágenes tan… ¿vitales? Vitales, sí, porque ¿acaso no es la vida así? ¿dura y hermosa por definición?

Cuando estés tan agobiado que no quieras ni pensar en otra cosa, cuando ya no puedas más, recuerda que hasta la estación más fría, hasta los momentos más duros tienen sus flores, sus detalles, sus paisajes cargados de dulzura aparentemente pétrea, recuerda que de las experiencias más difíciles nacen las más hermosas realidades…

Cuando estés cansado de remar, no desesperes, y recuerda, que cinco minutos de paseo por Babia, no hacen daño a nadie.

Cuando te sientas triste y decaído, cuando casi te des por vencido, recuerda que Huergas de Babia está ahí, no tan lejos, un pelín más allá, en Babia, en León, ¿o pensabas que todo iba a ser crisis?

Sonríe…

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En la bella apatía

Mi mágico León: Las Ubiñas desde la Majúa de Babia, en León. En la comarca de Babia, al norte de la provincia de León. León. Turismo rural y natural. Belleza.

La dulzura helada de Babia

Hay días que se vuelven apáticos, ¿no te ha pasado nunca? Esos días en los que no estás ni triste ni contento, y piensas que, tal vez, si no estás mal, es que estás bien, y… aunque, a veces, una leve sonrisa quiere asomar a tu rostro, parece que no se atreve, no sea que cambie tu estado de ánimo.

¿Cómo definir esos días? Esos días medio claros, con una luz a media voz, reposados, tranquilos, aunque tengas muchas cosas que hacer, y que pensar, pero el día se encapricha así, sin razón aparente, y no se mueve de su estado singular.

Hay momentos apáticos cargados de serenidad, en los que te sientas frente a una fotografía, o frente al ordenador, o andas revolviendo telares en casa, y se escapan del baúl de los recuerdos imágenes fugaces cargadas de cariño y añoranza, pero no lloras, aunque añores, sólo sonríes y te sientes feliz, un pizca melancólica, por qué no, pero sonríes y sientes el abrazo cariñoso de un amor que nunca muere, porque el amor de verdad tiene eso: cambia, pero no desaparece, nunca, jamás.

Un buen libro entre las manos, una película recorriendo el pensamiento, y en ella, los paisajes más hermosos que anuncian sueños infantiles que no son tales.

Al norte de la provincia de León, la apatía tiene su espacio donde nadie la moleste, para dejarte soñar despierta, y recordar, y amar, y, si quieres, si te apetece, hasta llorar, pero siempre, siempre, sonreír, y entender, esperar, comprender, amar…

No importa dónde estés, ni si tienes un día cargado de apatía, pues Babia siempre está dispuesta a acogerte, a envolverte con sus leyendas de reyes, de batallas entre moros y cristianos, de faros que se ven desde el Cantábrico, de ilusiones descubiertas y por descubrir…

Las Ubiñas, Torrestío, TorrebarrioLago de Babia, el invierno, la primavera, el verano, el otoño… la belleza hecha tierra: Babia.

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Te quiero

Mi mágico León: amanece en la ribera del río Órbigo. León. Provincia de León. Turismo rural.

La pasión que siento por ti

El frescor de la mañana juguetea con la punta de mi nariz, y así, llena de frescura e ilusión, amanece de nuevo la sonrisa tantas veces reflejada en la mirada de los otros, y, de vez en cuando, en el reflejo fugaz del espejo…

Amanece de nuevo, y en mi corazón, en mis pupilas, en los poros de mi piel, en el fondo de mis pulmones, estás tú y el suave susurro de tus palabras cariñosas en mi oído…

Mmm… si fuera un gato, ronronearía,…

Entre las sábanas que envolvieron mi cuerpo tranquilo, todavía merodeo sintiendo el sabor de cada una de tus caricias, y el aroma de tu perfume, que, en ocasiones huele a limpio, a nubes, a tierra mojada, al calor de una hoguera…

Sigo con los ojos cerrados y sonrío… hoy es un día…

Y te quiero regalar cada uno de mis sueños, de mis recuerdos y esperanzas, y… ¿sabes por qué? Porque te quiero…

Quiero cada momento que compartimos juntos, cada detalle con el que me sorprendes, cada laguna de alegría que compartimos, cada brisa que revolotea entre mis cabellos…

Y te quiero dedicar el beso que se da con los labios, y el que se da con el alma, ése que el tiempo no borra, ni el olvido, ni la tristeza, ni la distancia…

Te quiero, y cada vez que veo una estrella iluminando mis deseos pienso en ti y en nuestras noches estrelladas, y pienso en los anocheceres que la luna contempla dulcemente sonriente…

El amor… mientras se escucha el crepitar de las aulagas cuando se prende la lumbre… mientras los grillos cantan sus serentas nocturnas, mientras las heladas cuajan el frío y lo transforman en solidez…

Siempre el amor.

El amor que compartimos tú y yo es algo que sólo tú y yo entendemos, algo que sólo tú y yo compartimos, y… ¿sabes qué?

Podré mirar a muchos otros, podré admirar otras estrellas y contemplar otros anocheceres, pero ninguno como los tuyos,  ninguno como tú y yo, ninguno como nuestro amor… León.

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Se me ocurre un sueño

Mi mágico León: campanario nevado de la iglesia de Llombera de Gordón en la montaña central leonesa

Se me ocurre un sueño invernal

Dicen que la música amansa a las fieras. Yo creo que es el vehículo que hace soñar a los corazones más nobles, a aquellos que de vez en cuando se sorprenden con el corazón en un sitio y la mente en otro, en un lugar rodeado de aquello que hace sonreír…

Se me ocurre un pequeño rincón al norte de la provincia de León, un lugar donde la palabra montaña toma un significado personal, donde cada estación hace del paisaje una estampa diferente llena de romanticismo, de ilusión, de melancolía, de fantasía, de esperanza, de…

Se me ocurre un pueblín que la nieve pinta de blanco y el Bernesga salpica con su frescas aguas todo el año, un pequeño granito de arena en la historia de tantos, uno de esos granitos que cuentan, pero que muchos olvidan, y casi mejor que lo olviden, que lo olviden como las fantasías que los niños esconden en algún rincón de la memoria donde nunca quedarán maltrechas, y luego, pasado un tiempo, desempolvan con el mayor de los cariños, y sonríen al encontrarlas, cuando ya no son tan niños, y entonces, descubren que el tiempo pasa pero nunca pasa, porque uno siempre sigue siendo uno, ¿verdad?

Se me ocurre soñar al son de una canción que hable de amor, de cosas bonitas, de ternura y cariño, se me antoja pensar que el mundo está lleno de rincones maravillosos en los que el aire frío te envuelve, penetra en tus pulmones y te hace sentir vivo, muy vivo…

Soñar con el brillo de un cuento en el que una bruja regalaba carbón a los niños que pasaban frío en el valle de Gordón, y allí, en aquel mundo de paz, en aquellos montes cargados de silencios y noches estrelladas, de escarchadas nocturnidades invernales, de colores vivos y sorprendentemente serenos, está Llombera de Gordón, a poco más de siete kilómetros de la Pola de Gordón,… allá donde la imaginación y la realidad van cogidas de la mano, porque soñar y disfrutar de la realidad es algo tan auténtico como las estrellas que recorren el firmamento en las noches de agosto, cuando, las lágrimas de San Lorenzo convierten los deseos en sueños, tal vez, hechos realidad….

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