Archive for agosto, 2012

Flor

Mi mágico León: gladiolos en Valverde, de Curueño. Montaña Central Leonesa, León. Turismo rural.

La esencia interminable

Nadie es perfecto, cierto es, pero hay personas que, con sus defectos, llegan a ser tan amadas, tan queridas, tan entrañables, que si no son perfectas, tampoco importa demasiado.

Viene a ser algo así como la maravilla de las flores, cada una con su particular color y tonalidad, con su propio aroma, con pétalos de diferentes tamaños y formas, y cuando aparecen en cualquier sitio, incluso después de las asperezas angustiosas del invierno, llenan de amabilidad los paisajes por los que discurren las vidas de quienes poblamos este planeta.

Se me ocurren lugares como Valverde o Ambasaguas, con la imponente esencia de la montaña marcando su orografía, en un sitio más agreste, en otro más calmada, pero con la misma esencia impregnando las estaciones y sus designios.

Las flores y las personas, son tan diferentes, y sin embargo, algunos seres privilegiados asemejan su nombre y su vida al de las pequeñas damas coloreadas de bondad y armonía.

En cualquier lugar del Bierzo, hay flores. Escondidas entre los campos de cereales, allá en Tierra de Campos, las amapolas salpican de carmesí las llanuras verdes y doradas, en primavera, en verano,…

Y en paisajes como el de aquella Luz que permanece silenciosa y sencilla, reside la magia de aquella Flor que el invierno nunca marchitará, porque mientras haya una palabra de aliento y un abrazo cuando se necesita, habrá vida, habrá alegría, habrá esperanza.

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Mi castillo

Mi mágico León: castillo de Cea. Turismo rural y cultural, León.

El lenguaje de una mirada

En algún lugar del mundo hay una construcción pequeña, hecha de un material que parece que haya de desmoronarse en cualquier momento, y sí, es cierto, tiene sus cicatrices y heridas, aquellas que ya se cerraron y aquellas que siguen abiertas y tal vez tarden mucho en cerrarse, pero… ¿sabes qué? Mi castillo sigue en pie.

Dicen que la belleza está en el interior, y eso es algo que no sé si acabo de compartir, porque cuando algo o alguien es bello por dentro, termina siéndolo por fuera, pues no hay mejor adorno que una sonrisa en la cara, un recuerdo en el corazón o una lágrima sincera resbalando por la mejilla, ¿quién ha dicho que llorar es de débiles, de tristes, de vencidos? a veces, cuando brota del manantial del alma, es lo más hermoso.

Mi castillo es un lugar sencillo, que sigue existiendo aferrado a las buenas sensaciones, que no se esconde, a pesar del sol abrasador y de los rigores fríos del invierno, mi castillo sigue en su alto, olvidado por muchos, despreciado por otros que prefieren mirar hacia otro lado, con el convencimiento interno de que son un montón de piedras inconclusas que ya no sirven para nada, pero sirven, claro que sirven.

Sirven para seguir aguantando, para resistir ante el embiste cruento de los malos tiempos, sirven para demostrar que el tiempo pone las cosas en su sitio, y que después de una tormenta, al final, siempre llega la calma.

El Castillo de Cea es, de alguna manera, mi castillo, y el de muchos, lo sé, pero es mi castillo porque escondida entre las ramas, mirando desde fuera su estructura maltrecha y su fachada ajada, comprendo que no hay que rendirse, que hay que luchar por lo que uno quiere y ama, que lo que es justo, justo es, y que lo que tiene que ser, será.

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Tiempos difíciles

Mi mágico León: flores silvestres en Laciana. León.

Esperanzas alegres

La vida está llena de esas pequeñas grandes cosas que la hacen interesante; de esas grandes ocasiones que se quedan gravadas en la retina más allá de los años y las experiencias negativas; de despertares en soledad, de noches junto a la persona amada, de ausencias, presencias, idas y venidas, la vida…

En la vida hay momentos para todo, si no fuera así no sería vida, y a veces me pregunto el porqué de tantas sequías, incendios, angustias y preocupaciones, y no sé, pero supongo que es cuestión de equilibrio, de valentía, de fortaleza, de lucha, de garra,… porque todo tiene su cara y su cruz.

En la vida hay temporadas en que las tormentas parecen asolar un lugar y cebarse sobre él, sobre su belleza y juventud eterna, sobre el amor desperdigado en cada mirada sincera, en cada flor sencilla, en cada ilusión que alguien intenta mal interpretar… y caen rayos y truenos, vienen vendavales cargados de furia despiadada y los árboles, inocentes, crepitan bajo el sonido ensordecedor de la ira malintencionada; y sin saber cómo, se hace grande un incendio que arrasa todo a su paso, y el paisaje se esfuma ante el estupor de quienes lo aman, respetan y sueñan.

¡Qué tristeza más grande! Y las lágrimas brotan del alma, e inundan los recuerdos y los pantanos, que de poco sirvieron en su momento, y de menos a la hora de detener la atrocidad cometida contra la inocencia pura y feliz del corazón.

¡Qué pena! ver el monte asolado por las llamas y luego, después del horror, queda el angustioso escenario pintado de negritud y cenizas donde antes hubo fantasías, caricias, palabras calladas en las cortezas, alegrías escondidas en cada cántico alado, salud en casa salto cazando hierba…

Donde antes hubo monte, donde en algún momento hubo arco iris salpicando el mundo de colores, ahora parece quedar un incendio extinto, un mundo maltrecho, profundamente herido, que, sin embargo, también se ha de recuperar.

Porque esa tierra mágica cargada de atardeceres y esperanzas, esa tierra dura y fría, bella y fantástica como el hielo, como la nieve, es más fuerte, más joven, más caritativa y más sabia de lo que muchos creen.

Porque la vida tiene sus propios ciclos y aventuras, porque el aturdimiento, la pena y la preocupación no son eternos, abre bien los ojos, respira profundo y espera, lo mejor está por llegar, lo que es justo ha de llegar, lo que es bello ha de reinar, y lo que ahora es sólo una semilla, el día de mañana, escondida entre las cenizas del desastre, se tornará tan viva, elegante y mágica como aquella flor silvestre que un día, en un lugar cualquiera, encontraste.

¿Dónde? En León… ¿acaso lo dudas?

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Mirando al cielo

Mi mágico León: atardecer en Cifuentes de Rueda, León

Esperando maravillas

Anoche miraba al cielo, a un cielo cargado de estrellas, de luces blancas que a lo lejos observan los sueños e inquietudes, que iluminan los senderos de aquellas almas buenas que siempre nos acompañan.

Anoche miraba el cielo y pensaba en miradas de otros tiempos, compartiendo agua bañando flores, y volvía a sentir que el amor no tiene fecha de caducidad, que los años no lo borran, lo dejan dormido, sumido en un letargo apacible, porque el amor también se cansa de llorar, y de sufrir, pero como es de verdad, no se apaga, no se rinde, no desaparece, como el sol, como la luna, como las estrellas…

Anoche escuchaba la voz de un corazón que hablaba sin voz, desde la tristeza profunda de una soledad que hiere, y sólo deseaba abrazar esa amargura, porque sé que, en el fondo, es sólo la esperanza dolida de un alma que intenta construir un puzzle con una imagen preciosa, pero las piezas por separado confunden, desorientan, desaniman, y lograr unirlas parece imposible.

Mirando al cielo, el astro rey domina las alturas, y se me antoja increíble que en algún momento esa luz intensa pueda desaparecer, que en algún momento, ese calor sofocante vaya a diluirse en la suavidad oscura de una noche donde los sueños se hacen realidad.

Cuando la estrella del día duerma en la tranquilidad honrada de las cosas bien hechas, vendrán las luces del firmamento y dibujarán siluetas de fantasías recorriendo el infinito.

Cuando la luz incandescente se vuelva tenue y delicada, las lágrimas de San Lorenzo empezarán a hacer acto de presencia, y mirando al cielo, sabrás, entenderás, que no estás sola, que nunca estás sola, que las distancias son sólo espacio y tiempo, porque salvando esos dos obstáculos, los abrazos, las sensaciones, la piel erizada y la sonrisa en los labios, aparecen y no se van, como una imagen, como un recuerdo, como la esperanza hecha estrella que esta noche, como tantas otras, espera su oportunidad para dibujar la ruta hacia un nuevo amanecer.

Cifuentes, espera, tú sólo espera, déjate mimar y disfruta…

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