Al sureste de la provincia de León, el horizonte dibuja llanuras cargadas de serenidad y quietud, y allí donde los campos sorprenden, de vez en cuando, con la silueta de un viejo castillo que en tiempos antiguos fue muestra de poder y fuerza, está la Capital de las Siete Villas.
Hace ya mucho tiempo, en una época de Edad Media cuando la ley del más fuerte imperaba sin justicia ni honor, reinó Witiza, un monarca lujurioso y deshonesto, que arrasaba con las buenas costumbres y corrompía la decencia y la tradición.
En un tiempo sumergido en centurias pasadas, surge una heroina, valiente y luchadora, enfrentada a la muerte sin temor, con el ímpetu que da la fuerza para defender lo que uno ama, y fue así como María de las Zarzas, defendió su querida villa escondiendo las armas cuando el malvado Witiza las mandó destruir.
Contemplando las llanuras, todavía parece oírse el eco sonoro de mil batallas libradas en la explanada cubierta de trigo, y, aunque más de un milenio separa el presente de aquel tiempo pasado, no es difícil imaginarse aquella muchacha guardando las armas y vendiendo sus tierras para comprar más armas ante el duro enfrentamiento que se cernía sobre Valderas.
La guerra llegó y segó multitud de vidas y esperanzas, pero tras ella, quedó grabada, a sangre y fuego, la hazaña de María de las Zarzas.
Fueron muchos los avatares que la historia deparó a la hermosa Villa de Valderas, que en época de los Osorio, fue nombrada Capital de las Siete Villas de Campos; fueron muchas las batallas libradas, muchas las anécdotas sucedidas, las pasiones y situaciones vividas, y hasta dicen que Napoleón pernoctó en sus tierras a su paso…
Pero eso es otra historia, otra de las muchas historias que contar sobre este lugar tan lleno de tantas cosas, de las que su hermoso castillo es sólo la punta de un iceberg que se esconde bajo el mar de la historia…