Archive for septiembre, 2010

La Capital de las Siete Villas

Mi mágico León: preciosa panorámica sobre Vaderas y su castillo al sureste de la provincia de León.

La Villa de María de las Zarzas

Al sureste de la provincia de León, el horizonte dibuja llanuras cargadas de serenidad y quietud, y allí donde los campos sorprenden, de vez en cuando, con la silueta de un viejo castillo que en tiempos antiguos fue muestra de poder y fuerza, está la Capital de las Siete Villas.

Hace ya mucho tiempo, en una época de Edad Media cuando la ley del más fuerte imperaba sin justicia ni honor, reinó Witiza, un monarca lujurioso y deshonesto, que  arrasaba con las buenas costumbres y corrompía la decencia y la tradición.

En un tiempo sumergido en centurias pasadas, surge una heroina, valiente y luchadora, enfrentada a la muerte sin temor, con el ímpetu que da la fuerza para defender lo que uno ama, y fue así como María de las Zarzas, defendió su querida villa escondiendo las armas cuando el malvado Witiza las mandó destruir.

Contemplando las llanuras, todavía parece oírse el eco sonoro de mil batallas libradas en la explanada cubierta de trigo, y, aunque más de un milenio separa el presente de aquel tiempo pasado, no es difícil imaginarse aquella muchacha guardando las armas y vendiendo sus tierras para comprar más armas ante el duro enfrentamiento que se cernía sobre Valderas.

La guerra llegó y segó multitud de vidas y esperanzas, pero tras ella, quedó grabada, a sangre y fuego, la hazaña de María de las Zarzas.

Fueron muchos los avatares que la historia deparó a la hermosa Villa de Valderas, que en época de los Osorio, fue nombrada Capital de las Siete Villas de Campos; fueron muchas las batallas libradas, muchas las anécdotas sucedidas, las pasiones y situaciones vividas, y hasta dicen que Napoleón pernoctó en sus tierras a su paso…

Pero eso es otra historia, otra de las muchas historias que contar sobre este lugar tan lleno de tantas cosas, de las que su hermoso castillo es sólo la punta de un iceberg que se esconde bajo el mar de la historia…

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Ideas brillantes

Mi mágico León: Yacimiento astur-romano de Lancia en el término de Villasabariego, en la provincia de León. León. Turismo

Parte del rompecabezas

Contemplar un paisaje, un lugar apartado y desolado, y preguntarse cómo sería hace mil años, o dos mil, o… quién sabe.

Admirar la belleza absoluta de unas montañas señoriales y unos valles profundos, y preguntarse si siempre fueron iguales, si siempre estuvieron como lo están ahora, y los pueblos… ¿de dónde surgieron? ¿quién fue el primero en tener la brillante idea de morar en el aquel paraje? ¿por qué allí?

Dicen que las cosas más importantes no se ven a simple vista.

Fe, esperanza y amor, mueven el mundo, aunque a veces no lo parezca, pero por cada bomba que explota hay millones de caricias silenciosas que llenan la vida de motivos para seguir luchando, y sin embargo, quizá tan sólo un alma perciba cada uno de esos detalles que brotan del corazón.

Fe, esperanza y amor no se ven, se ve el resultado de su existencia, pero nadie conoce su forma ni color exactos, y… ¿sabes qué? eso mismo ocurre con el presente…

El presente y la historia, la caricia y el amor, ¿en qué se parecen? ¿se parecen en algo? puede que sí…

Se parecen porque la caricia es el resultado del amor, y el presente, el resultado del pasado, de la historia, que más cercana o lejana, ha dejado sus huellas en el hoy para dar forma a la realidad que conocemos.

«Todos los montañeses hacen una vida sencilla», decía Estrabón allá por el siglo I a.C., y después de más de dos milenios algunas cosas no han cambiado tanto…

Una invasión, y otra, y otra más, guerras y más guerras, gentes peregrinando desde y hacia muchos lugares, costumbres arraigadas que se suavizan con el tiempo pero no desaparecen, astures, romanos, visigodos,…

Es interesante descubrir, como si de una novela se tratara, las costumbres, ropajes y caracterización de los habitantes de la historia.

Es curioso desgranar detalle a detalle, los acontecimientos escritos en el aire y el tiempo, que difícilmente se pueden leer, y a veces, como si fuera un jeroglífico que alguien consigue descifrar, se halla una respuesta, el rompecabezas empieza a tener más sentido, y el presente deja de ser una isla en un mar de incomprensión, y al mirar hacia atrás, se descubre un sendero que había permanecido oculto bajo las aguas de la ignorancia.

Algo así es lo que acontece cuando la historia se hace presente y regala pedazos de otros tiempos en piedras escondidas bajo un mar de polvo y tierra durante centenares de años, y un día, como por arte de magia, sale a la luz…

Sale a la luz, al resplandor de una nueva realidad iluminada por las huellas de un pasado que nunca se va del todo.

Porque alguien un día tuvo la brillante idea de plantarse allí… Lancia.

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Refrescando sensaciones

Mi mágico León: en la montaña central leonesa está el Valle de Lugueros, y en él, Tolibia de abajo y su preciosa iglesia. León. Turismo.

Una auténtica belleza rural

Montañas, montañas y más montañas, y paisajes espectaculares que se divisan desde las cumbres, donde el verdor o el blanco virginal inundan un panorama lleno de fantasía hecha realidad.

Una postal extraída de las novelas más soñadoras que en tierras leonesas se hacen realidad y se transforman en lugares absolutamente maravillosos.

Montañas, valles, ríos, y pueblos que se esparcen por doquier dando vida a un mundo en el que naturaleza y vida humana se respetan y complementan, conservando la maravilla que muchos creen perdida en tiempos antiguos.

Al norte de la provincia de León, en un mar de inmensas montañas, hay caballos en libertad, vacas paciendo en las alturas, animales salvajes escondidos entre la espesura de los montes y pueblines cargados de ese magnetismo que te invita a permanecer en ellos un día, y otro, y otro más, hasta que el alma siente el reposo que estaba buscando sin sospecharlo.

Luchar el día a día, levantarse temprano, y caminar entre la multitud que inunda las calles camino al trabajo; ir y venir, obligaciones y deberes…avanzar, avanzar, avanzar…

Pero si buscas un resquicio en tus momentos, si buscas un rinconcito para ti, hallarás la manera de encontrarte con los anhelos del corazón, con los paseos que llenan los pulmones de aire limpio, de los aromas de la montaña, del frío cristalino que refresca las sensaciones y las llena de vida y esperanza.

Si buscas un espacio para ti, un espacio que puedas compartir con quien más quieras, recuerda que, camino al Puerto de Vegarada, en el Valle de Lugueros, Tolibia de Abajo te está esperando.

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La antigua Villa de Panza

Mi mágico León: en la margen derecha del río Luna, en Cuatro Valles, perteneciente a las Omañanas, está Mataluenga, al norte de la provincia de León. Turismo.

La villa envuelta en matas

En un valle fluvial de inconmensurable belleza, en un valle plagado de rincones y pueblos llenos de historia y autenticidad, hace ya mucho tiempo, hubo un poblado asentado junto al poderoso río Luna, que como por embrujo de la misma dama que adorna el cielo nocturno, sube y baja su marea según dicte la estación.

En un mundo medieval en que el Señorío de Llamas rendía tributo al Monasterio de Otero de las Dueñas, allá por el siglo XII, se graba, con sello firme y rotundo, el nombre de un lugar tan vivo como la naturaleza que forma parte de él y el verdor que deslumbra cada nueva primavera.

Primavera… la misma primavera eterna que pinta de color cada rincón de la geografía y se convierte, un día, en invierno para renovar la fuerza revitalizante que pronto volverá a salpicar de alegría cada paraje y cada estampa.

Es un lugar lleno de historia, de animales, lleno de primaveras y vegetación, la misma que todavía esconde, bajo tierra, las enormes raíces de encinas que en su día poblaron la superficie, no en vano, la antigua Villa de Panza, con el tiempo suavizó su esencia, y como si de un recuerdo se tratase, pasó a formar parte de la actual Mataluenga, la Matta Longa de otros tiempos.

Un valle, un río, mil estampas que recordar y solo nombre que pronunciar: Mataluenga.

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Después de la tormenta

Mi mágico León: anochecer en el Valle de Sabero, en Sotillos de Sabero, montaña oriental leonesa. León. Turismo.

La calma más bella

El bullicio continuo de un río de gente que transcurre hacia las profundidades de la tierra, con la seguridad de una jornada ardua y difícil, buscando la sangre oscura que late en el corazón valiente de las montañas.

El devenir constante del carbón y el sudor del ser humano extrayendo el mineral de las entrañas del planeta, y la subida a la superficie dejando atrás la oscuridad, llevando el cansancio a cuestas y el sacrificio en el alma.

La tierra está llena de secretos escondidos en la superficie y ocultos bajo ella, en el lecho de un río, o traspasando la oquedad húmeda que horada una gran mole de piedra y que transporta a un mundo lleno de fantasía y formas sublimes y resbaladizas.

El paisaje sorprende desde su belleza contemplativa y ofrece alimento duro y frío cubierto de oscuridad, que unido al fuego, combustiona y calienta el hogar, y alimenta maquinaria, y…

El  paisaje sorprende con altas montañas que separan hermosos valles llenos de vida y color, y en uno de ellos, en el Valle de San Pedro, las alturas que lo rodean dibujan castilletes que recuerdan un pasado muy presente, el que azotó la tormenta de la lucha por recolectar el fruto de la tierra desde dentro, cosechando el sustento de muchos.

En lo alto del Valle de Sabero, en una tierra minera por excelencia, calles empinadas y casas salpicando la geografía, dan forma a Sotillos de Sabero, donde los bares, los coches de línea, la iglesia y la escuela, rebosaban de vida y esfuerzo, mezclando la dureza del trabajo con la alegría de vivir.

Una tormenta de vagonetas, castilletes, picos, palas y mineros, azotó un valle lleno de vida y ajetreo; vientos huracanados acabaron con el sonoro chirriar de los railes al deslizarse sobre ellos el negro carbón que veía por primera vez la luz del sol.

Se fue la tormenta, llegó la quietud y el paisaje quedó desolado,… pero el caminar de la historia sigue dibujando trazas de color en los cerros y las laderas, y donde antes hubo actividad y  agitación, ahora queda un Sotillos de Sabero lleno de hermosos atardeceres, de noches estrelladas y primaveras que convierten el blanco virginal del invierno, en una explosión de alegría que salpica de esperanza las montañas y sus rincones,…

En Sotillos de Sabero, se fue la tormenta y llegó la calma, la que permite disfrutar de un lugar por donde el tiempo pasa de puntillas y el paisaje se hace tuyo.

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La bella desconocida

Mi mágico León: detalle del Palacio de los Quiñones en Riolago de Babia. León.

Desvelando misterios desde una rendija

Nada, no hay nada…  

Recorres los caminos que marcan la tierra y no ves más que campos, arroyos, montañas, ríos, valles… y no hay nada…  

No hay nada, algún animal quizá, puede que encuentres corzos, jabalíes, zorros, lobos, y, hasta, si me apuras, puede que tengas la suerte de encontrar un oso… pero no hay nada…  

¿Y qué es la nada? Es la ignorancia de no saber qué hay, y si no lo ves, entonces… ¿no hay nada?  

Las cosas más importantes no se perciben a primera vista, no se conocen con una sola mirada, y por eso, cuando conoces a alguien, descubres sus secretos, escuchas su voz, recuerdas sus palabras…  cuando eso sucede, te das cuenta que un sentimiento de cariño ha nacido en ti.  

Cántabros, vadinienses, orníacos y romanos,…  

Condes, señores, siervos, campesinos, pastores, herreros, agricultores, ganaderos,..  

Guerras, paces, acuerdos… y me pregunto cuándo y dónde… ¿dónde están?  

Los nombres esconden secretos: Cea Fontis, o si prefieres, Cifuentes, ¿qué significa? Agua… Cea es la partícula prerromana, Fontis el genitivo latino que define el lugar del agua; Palacios de la Valduerna, o tal vez Castillo del Valle del Ornia, donde se asentaron los orníacos y se construyó el gran palacio de los Bazán, más allá de lo que los más ancianos del lugar, son capaces de recordar…  

Los nombres esconden misterios, a veces ininteligibles, desde el vocabulario que manejamos, y se nos escapan Carande, Besande, Salio… y ni siquiera sospechamos que su nombre es de origen celta… que su toponimia remonta su nacimiento a la remota Vadinia…  

Vadinia, Lancia, calzada romana, castros, hórreos, pallozas, castillos, monasterios, ermitas, iglesias, Camino de Santiago, ruinas… todo tiene un porqué, todo tiene su razón, y si lo descubres, si miras con curiosidad por la rendija del presente, entenderás que te vas enamorando…  

Si observas el paisaje e intentas mirar con los ojos que ven algo, entenderás porqué esta tierra es tan serena y tan callada, porqué es tan misteriosa que esconde sus tesoros…  

Entenderás porqué la tierra leonesa, es la bella desconocida.

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La esencia de la vida

Mi mágico León: vista sobre el barrio de Congosto del pueblo Quintana y Congosto, desde la torre de San Pedro. Ribera del río Jamuz. León. Turismo.

La esencia de un paisaje

Recorrer la geografía y descubrir nuevos lugares; caminar los senderos y encontrar parajes sencillos desde los que contemplar, magníficas montañas, dibujar su silueta en el horizonte.

Seguir la senda que dibuja el río Jamuz a su paso por los campos, contemplar los colores de las estaciones cambiando la textura del paisaje y hallar iglesias, pueblos y tradiciones.

Un pueblo y dos barrios, y en él, edificaciones que hablan de tranquilidad y firmeza, la que da el arraigo a una tierra de la que no te vas aunque estés lejos.

Dos barrios y el legado de una fe que cala hondo, sin grandes ostentaciones, sin que uno se dé cuenta, pero una fe que está ahí.

Un carácter, una forma de ser austera y sencilla: es la idiosincracia que da forma a un pueblo y sus rincones, los que reciben la herencia que dejaron los ancestros, que construyeron, con determinación y robustez, una iglesia, y otra, y otra más…

La esquila y la torre de San Pedro en Congosto; la nueva iglesia en Quintana, y el paisaje hermoso que envuelve su tradición, invitan a hacer un alto en el camino y contemplar maravillosas estampas que combinan a la perfección elementos esculpidos por la mano del hombre y la naturaleza.

Pasear por Quintana y Congosto es redescubrir la esencia de la vida: la paz, el sosiego, la belleza y el respeto por un mundo que, de vez en cuando, regala imágenes dignas de ser admiradas, soñadas; dignas de ser vividas.

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Caliente, caliente

Mi mágico León: en el yacimiento arqueológico de Lancia, en León, se ha descubierto este horno antiquísimo. Lancia: ciudad astur-romana de la antigüedad. León. Turismo.

Horno de ardientes recuerdos en el corazón de Lancia

El crepitar de una hoguera una noche a finales de otoño, cuando el calor luminoso del verano se siente ya lejos, y el frío del invierno empieza a asomar en el horizonte.

El ardiente fulgor de las llamas que hipnotizan la mirada y transportan a cualquier lugar del planeta… o de la historia…

Es el fuego.

Tic, tac, tic, tac… las agujas del reloj dan marcha atrás y te llevan a un mundo lejano, muy lejano.

Se escucha el murmullo ruidoso de una ciudad antigua en plena ebullición: hombres robustos de cabellos largos y mujeres ataviadas con vestidos coloridos, decorados con sustancias vegetales, que van arriba y abajo entretenidos en sus quehaceres.

El fuego que enciende la lumbre en cada fogata, ardía con el mismo fulgor hace dos milenios cuando, en las proximidades del río Esla, se asentaba un pueblo de régimen matriarcal, en el que el hombre dotaba a la esposa y las hijas heredaban.

Tic, tac, tic, tac…

Una chispa escapa del madero que arde en la hoguera y vuelves, en un abrir y cerrar de ojos, al presente, y miras el fuego de nuevo…

El mismo fuego sigue ardiendo con la misma intensidad desde que la vida es vida; el fuego que calienta el hogar, que cocina los alimentos, que derrite el hierro en la fragua,…

El fuego llenó de calor, hace mucho, el corazón de un pueblo luchador, que lejos de extinguirse del todo, dejó las brasas de su esencia tras la hoguera.

Porque donde hubo fuego siempre quedan cenizas: Lancia.

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Que no se te olvide

Mi mágico León: el capullo de una rosa floreciendo en tierra leonesa. León. Turismo.

La belleza de una pequeña flor

¿Recuerdas cuando eras niño? ¿recuerdas cuando eras niña? ¡vamos! sí que lo recuerdas…

Espera, para un momento, no leas más, cierra los ojos, sonríe, ¡venga! cierra un segundo los ojos y piensa… ¿te acuerdas?

Vete un poco más atrás, un poco más… busca, está ahí… ¿no lo ves? Sí, sí lo ves…

¿Qué estás viendo? apuesto lo que quieras a que ves ilusiones, inocencia, asombro, ¡emoción! ¿recuerdas?

Puede que recuerdes cualquier cosa, pero seguro que lo que más y mejor recuerdas es la intensidad de la vida en todo su esplendor, en un momento en que todo era importante, y te entusiasmabas con multitud de cosas a las que te has acostumbrado…

Te acostumbras, te acostumbras a la vida porque no te detienes un momento a disfrutarla, te llenas de esas cosas de mayores, y te pierdes a ti mismo…

A veces la cotidianidad inunda el tiempo con sus costumbres, a veces contemplas la vida de los otros en una caja tonta, te olvidas de vivir la tuya propia, y acabas los días agotado ante tanto peso y tanta seriedad.

¿Te digo una cosa? Escucha, escucha atento, porque te lo voy a decir muy bajito…

Cierra los ojos de nuevo, agudiza el oído y escucha un susurro que dice: -«Vive…»-

Vive y disfruta de lo pequeño, de lo que es gratis, olvídate del dinero y sal a pasear, encuentra de nuevo una flor y detente a contemplarla, observa el vuelo de una paloma, una pega, una cigüeña,… ¡qué más da! pero detente…

No corras.

Camina. Pasea, con la cámara de tus ojos, captando imágenes que guardarás en el cofre de tus recuerdos, y quién sabe si, tal vez algún día, relatarás en forma de palabras…

No corras… ¡o mejor corre! pero si vas a correr, ¡qué sea de verdad! Cánsate, juega, llega agotado y respira hondo…

Respira profundamente y sorpréndete al descubrir, aromas de mil colores, salpicar de vitalidad, alma, cuerpo y corazón…

Sonríe más y llora menos, que la vida tiene cosas muy bonitas, y aunque las feas sean muy feas, las bonitas siempre son bonitas.

Y recuerda, siempre recuerda, que todavía puedes acerarte al río, salpicar a un amigo y reírte a carcajada limpia; todavía puedes hacer una excursión a la montaña y deleitarte con la naturaleza que a tu paso encuentres…

Y todavía, aunque a veces se te olvide, puedes contemplar hermosos atardeceres, que despiden la luz y el calor del sol, hasta un nuevo amanecer…

Que no se te olvide: hay cosas que se ven con el alma…

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