En algún lugar del Páramo, escondida en llanuras de verdores y amarillos, divisando la silueta lejana de las montañas, está la laguna de los sueños…
Cae la tarde, y con ella, el astro rey encandila un cielo hechizado por la magia del amor, ese que llena los corazones de caricias en manos entrelazadas, y llega la noche tímidamente, silenciosa, anunciada por los pequeños grillos que afinan sus instrumentos, y brillan las estrellas, como si ésta fuera a ser la última noche, la primera noche,…
En esta melodía dibuja el tiempo su sonrisa tranquila, como en la misma noche que está por venir, cuando la oscuridad dejará lucir las alegrías del mañana, y la luz del nuevo amanecer aparecerá de puntillas, enamorando los silencios que velan el sueño de los que anhelan besos, y los encuentran allá donde los sueños se hacen realidad.
En algún lugar del Páramo, ya se intuyen los aromas del Órbigo, y las calles largas conducen a la plaza, a la fuente, y aparece Chozas de Arriba, que guarda, celoso, el tesoro de sus aguas serenas, y los sauces y mimbreras contemplan cómo la vida hace morada en ellas, así, así es el Estanque, vestido de aves de colores, de aquí y allá.
Despierta, estoy despierta, la piel se eriza, el alma se estremece, se siente la paz tierna del cariño, y pienso…
Pienso que en algún lugar del Páramo, escondida en un mundo de ninfas, hadas y duendes, escondida en un mundo de fantasía y realidad, está la Laguna de Chozas, sus silencios, sus secretos, y la sensación maravillosa de quien tiene un tesoro.