Archive for diciembre, 2013

Agazapada

Mi mágico León: panorámica de la iglesia en Cifuentes de Rueda. León.

Mi paisaje favorito

Contemplando desde la distancia más cercana, agazapada en una colina, veo la vida pasar, los momentos que quedan grabados en el tiempo, para no marcharse jamás.

Hoy, Cifuentes, también he recordado que una parte de mí es tuya, que siempre lo será, y tú, pueblo querido, también serás siempre mío, como lo eres del Esla que abona tus lares con su rica agua, como lo eres de los míos, de sus recuerdos y sus vidas.

Se acerca el fin de un año intenso, un año cargado de emociones, de silencios cargados de tristeza, de pesares urdidos en ansiedades, de esperas y desesperanzas,… de amistad y cariño.

Se acaba un año de muestras de afecto indiscutibles, de páginas leídas a base de tiempo y fantasía, de fotografías plasmando realidades, recordando que la lucha vale la pena, que siempre hay un porqué.

Y desde allí, querido Cifuentes, mi Cifuentes de Rueda, la magia de aquellas chimeneas, inunda el corazón con el calor de la leña al crepitar en la lumbre, y aparece el humo en el cielo, subiendo, diluyéndose en el aire, esparciéndose en el viento, llegando hasta mí…

Te sigo contemplando, con la ayuda de quien se acerca a ti como un desconocido entre tus gentes, pero con la misión secreta de alcanzarme el aroma de tus días de invierno; te sigo contemplando con la certeza de que sigues a los pies de Rueda del Almirante, junto a Casasola, junto a mi paseo de los Abeludes, aunque no sean abedules, en las tierras de León

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El bisbiseo de una mirada

Mi mágico León: vacas al aire libre en Otero de las Dueñas, León. Turismo rural.

Sin palabras

Una madre y su pequeña, y el mundo a los pies de sus inmensos ojos oscuros, donde el amor y la paciencia se funden en el infinito de su corazón ardiente…

Amores y paisajes, lugares lejanos que se acercan a este lado del océano, con el Teleno como estandarte y el castillo de Ponferrada en la mente, con paisajes de ensueño por los que pasear, con los Picos de Europa de fondo, y el Valle de Valdeón como escenario.

Y se me ocurre pensar que las marcas y las modas tampoco importan demasiado, porque lo que verdaderamente importa siempre permanece, siempre queda, y eso no tiene precio.

Pasear, comer y disfrutar, de la vida, de la gastronomía, del aire puro y la brisa suave… ¡qué rico! Cerrar los ojos y escuchar el bisbiseo del viento peinando la hierba de los pastos, en la montaña, en la ribera, quizá a la vera del río de la Plata, junto al Atlántico y su Rivera, o probablemente a la vera del Esla, donde los chopos se alzan majestuosos, donde el agua es cristalina y las truchas crecen grandes y fuertes, como el mismo río, como el mismo paisaje, como la misma vida…

Y allí siguen la madre y su retoño, y no lejos anda él, tan bueno, tan amable, tan despistado a veces, como entregado otras… y la felicidad flota en el ambiente.

Porque la unión hace la fuerza, una sonrisa es la mejor patria y el silencio de una mirada el mejor idioma, imagina, lucha, juega y ríe, no olvides que para el mal de hoy, siempre hay un bien mañana, para la ciudad y el estrés, el campo y sus pueblos, y para la montaña occidental, muy cerca del río Luna, Otero de las Dueñas, sus rincones y sensaciones.

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Incandescente

Mi mágico León: vista desde el Mirador del Pando. Montaña oriental leonesa. León.

Pasión encendida

Como la pasión de dos enamorados enzarzados en una lucha a beso y abrazo, entre susurros y el chisporroteo de los labios al encontrarse, así de ardiente, así de intenso es el sentimiento de quien no se rinde, de quien da la callada por respuesta y solo espera a que llegue un nuevo anochecer, a que llegue un nuevo amanecer y la renovación se haga presente.

Incandescente como el astro rey dibujando su magnificencia en torno a la silueta de las montañas, dulcificando la negritud de la noche que se cierne sobre los picos y las cimas, suavizando la frialdad de una oscuridad que pinta el firmamento de miles de luces diminutas desde aquí, enormes desde allí…

Como el mismo sol, como el río, como el corazón de quien ama más allá de distancias y olvidos, más allá de presentes y pasados… así de inmenso es el amor, o incluso más…

Y desde las alturas, contemplando el mundo desde allá arriba, contemplando la pequeña maravilla que tenemos por vida, adivinando que tras aquellas figuras que se alzan a lo lejos se encuentran familia, amigos y amores…

Y entonces todo cobra sentido, y el Mirador del Pando se convierte en atalaya, en estandarte de la reina naturaleza y su legado, y la piel se eriza, la realidad se impone a los sueños, y uno vuelve a descubrir que este sueño, que esta tierra, que León, además de fantasía, es magia, es sueño, es realidad…

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Prisionera

Mi mágico León: hoja atrapada en el hielo . Argovejo. León. Montaña Oriental leonesa. Turismo rural.

Atrapada en los sueños

En un mundo de ilusiones llenas de frío y fantasías, en un lugar escondido entre montañas y sueños, mora la esencia de las cosas pequeñas…

Y es tan bonita… como una aldea, como un pueblo, de esos que salpican la montaña, que salpican la silueta del río Esla desde su descenso rozando el cielo, allá en las alturas sempiternas de la magia hecha paisaje.

Es fácil sonreír soñando con pasear, entre el diminuto dibujo de las calles de Argovejo, sobre la tierra rica de la montaña,  tras las sombras que escapan de los rayos del sol… y descubrir, entre recuerdos de otros tiempos, entre visiones acompañadas por el vaivén de los segundos, que allí donde menos se espera, mora la esperanza, y los buenos sentimientos; la tristeza de quien se niega a cambiar su corazón y convertirlo en chapapote; la alegría de quien ha encontrado el camino; la fuerza, la saeta que atraviesa el tiempo y une pasado, presente y futuro, para que nunca llegue el olvido, y la verdad prevalezca por encima de todas las cosas malas, para que las estrellas sigan brillando con la magia del amor…

Mi querido León, mi mágico León… esa chistera de la que salen las estampas más etéreas, de la que salen nuevas claridades, esa fuente inagotable de buenas sensaciones, aunque, a veces, la vida tenga esas cosas… ya sabes, esas que duelen, que molestan… pero… ¿sabes qué?

Al final, no importa demasiado, porque por encima de la mayor de las oquedades, ante la más oscura de las negritudes, una llama pequeña, una vela de cera blanca, de esas viejas que andan por casa, de esas de las que ya nadie se acuerda, y una brizna de luz sobre ella, alumbra, ilumina, calienta…

Y se escuchan los ecos de una leyenda, la melodía de unas voces acunadas en el viento… y algunos dicen que son xanas, otros trasgos, gnomos,… ninfas, hadas…

Y yo sigo prisionera, como esa hoja en el hielo, como aquella estrella en el firmamento, como una niña en manos de las cosquillas de su padre, como la alegría que vive en el corazón de quienes todavía creemos que un mundo mejor es posible.

Prisionera de la vida, prisionera del amor, prisionera de magia… del mágico León.

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