Girasol

Mi mágico León: girasoles en Cifuentes de Rueda. León.
Al calor del amor

A campo abierto, donde las montañas dibujan los límites en el horizonte, a veces sopla en viento y se lleva los malos humos.

A campo abierto, donde los cultivos pueblan la tierra y aparecen el trigo y las pacas, también hay alfalfa y girasoles, llenando de colores brillantes el paisaje, llenándolo de vida y alegría.

Y en la cercanía, en vecindad con las casas de los pueblos, existe un universo que muchos no ven, un universo que perdieron de vista cuando la inocencia de su mirada de niño, de niña, se perdió en la maldad de las mentiras y las envidias.

Las tierras se revelan, y las abejas, que polinizan las primaveras y los veranos, construyen y endulzan los estampados coloridos que dan paso a las peras y las manzanas, a las guindas, cerezas y ciruelas.

Miel, ¡qué rica está! y qué listas son sus cocineras, que desde el cercano Valdealiso se escapan a Cifuentes en busca del rico néctar de los girasoles. Son selectas. Otras se decantan por el brezo, pero algunas, de exquisito paladar, seleccionan bien su cosecha y recolectan allá donde el azul limpio del cielo contrasta con el amarillo de las flores que pueblan la tierra.

Y entre idas y venidas por los caminos, siguen maravillando los girasoles, que ponen su mirada en lo bueno, obviando las habladurías malintencionadas y brillando en todo su esplendor. Porque la verdad solo tiene un camino y digan lo que digan, un girasol siempre será un girasol.

Al calor del amor, siempre lucirá el girasol.

1 Response so far »

  1. 1

    Patrichueck said,

    Con todo mi cariño, a quienes están ahí.


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