¡Sal a jugar y diviértete! ¿No quieres? ¡Seguro que sí! Pero a lo mejor no lo sabes…
Abrígate bien, ponte un buen calzado, si te atreves, hasta madreñas o galochas, dejo el nombre a tu elección; dibuja una sonrisa en la cara y… ¡a jugar!
Hazlo como cuando eras un chavalín, o una chavalina, que nosotras también sabemos correr, reír y hacer de las nuestras, ¿verdad? Y… ¡deja la seriedad que vistes a diario cuando hay que trabajar y ponerse a «hacer deberes»!
Sal del calor del hogar y ¡haz muñecos de nieve! Unos buenos guantes, mucha ilusión y el resto lo pone el tiempo.
Te diría que fueras a esquiar, pero, tal vez no es tu afición favorita, tal vez te pilla lejos, tal vez no te apetece, tal vez no puedes… Pero sí puedes encontrarte con ese maná del cielo que se convertirá en pan llegada la primavera.
Es la nieve ese maná que alimenta las montañas para que brote el verde más brillante, cuando en invierno dé paso a la nueva estación.
Es la nieve esa pequeña traviesa que se posa sobre los tejados y deja estampas de postal adornando el paisaje… ésa que el frío convierte en hielo y provoca resbalones y caídas… y si vieras cómo se ríe…
Es traviesa, no te voy a decir que no, a veces hasta molesta, pero ¡qué sería del planeta sin ella! Si Alguien la inventó, será por algo, ¿verdad?
Podríamos meditar sobre el tema, y si hoy estás pensativo, te animo a que busques la solución al enigma y luego me lo cuentes, porque yo me voy a hacer muñecos de nieve, ¿no me acompañas?