¿Te he hablado alguna vez de uno de mis rincones favoritos? Yo creo que sí… tal vez, pero tengo tanto que contarte…
Este planeta en el que vivimos está plagado de hermosos lugares llenos de magia y misterio, llenos de encanto y serenidad, llenos de silencio y murmullos…
Podría contarte las emociones que me embargaron cuando divisé las Cataratas del Iguazú desde el lado argentino, podría explicarte cómo fue aquella puesta de sol en el Cabo Sunion de la Grecia peninsular, podría hablarte de aquellos amaneceres frente a aguas caribeñas en la lejana Cuba… pero hoy, esta vez, te voy a hablar de una mañana llena de luz y color en un rinconcito de mi querida España, esa España mía, esa España nuestra…
Rodeado de montañas y más montañas, de belleza singular y auténtica tradición, impregnado con el aroma de la naturaleza, se encuentra un valle jalonado de pueblos pequeños, muy pequeños… rincones en los que perderte y olvidar las preocupaciones que se pasean por la mente…
A un paso desde el gran Posada de Valdeón, hay un pueblito, Cordiñanes, que bien podría decirse es el Abel de este paraíso.
Abel, Cordiñanes, es aldea de buen corazón, y como tal, no guarda rencor a Caín, así que, como buen hermano que es, comparte con aquel una senda que les une con una maravilla plagada de verde y nieve, según la estación se encapriche.
Entre Caín y Cordiñanes hay amor, ese amor fraterno que une las almas de quienes han crecido juntos, y es ese mismo amor el que fluye desde el corazón de la tierra en forma de manantial.
Te encuentras en un valle alegre en el que se oyen cánticos de todo tipo: pájaros, agua, rebecos, el viento… y no puedes menos que sonreír y dejar que el sol, al que siempre le gustaste, acaricie tus mejillas con su cálida luz… y… el clamor del agua se hace más fuerte, y, de pronto, por sorpresa, aparece junto a la carretera el amor desbordado entre los hermanos, aparece La Jarda, justo antes de llegar a Caín… ¡qué bello!
En la cuenca amazónica de Ecuador hay un lugar, muy cerquita de Baños de Agua Santa, lleno de cascadas paradisíacas, de saltos de agua y humedades, y cerca, muy cerca, discurre con su inmenso caudal el Pastaza… es un espectáculo, y… en ese lugar del que te hablo, en mi valle, el río es más pequeño, es más… personal, parece que ha sido puesto allí para ti, el Cares… ¿sabes qué? León tiene algo que me hace sonreír: León te sorprende escondiendo su belleza montañesa en unos Picos de Europa que tienen tanto que descubrirte si les dejas…
Sonrío, sí, sonrío, porque yo, hace ya mucho, descubrí el misterio y la magia de la Creación, que en Cordiñanes, en Caín, en el Valle de Valdeón y su divina Garganta del Cares, tiene uno de sus más bellos exponentes, estoy deseando volver, si quieres acompañarme… estás invitado.